Ninfa Pacheco, con su pluma de artesana y su don de curandera de memoria, nos obsequia un recorrido de la mano de Guerrera nocturna: mujer jaguar y gobernante; mujer sensible a las artes y diestra líder que no tiene más enemigo que la violencia contra su sexo.
Oaxaca es cuerpo y territorio de mujeres que siembran artesanía, canto y palabra para manifestar su presencia y poder creativo sin la necesidad de contemplarse entre programas institucionales o ungidas con jugosos contratos que soporten sus quehaceres. Ellas hilan y platican, escriben viendo el cielo y reflexionan hasta lograr proyectos que abonan grandeza cultural a la tierra que tanto aman y respetan. Son muchas y son todas, pero hoy abro el espacio para nombrar a Ninfa Pacheco: escritora independiente, portadora de la voz de la hermana, de la montaña y del río. Ella reúne, con la ayuda de otras mujeres, papel, hilo, color, fotografía y voces de la tierra que representa en libros que al primer encuentro con ellos ya comienzan a contar su historia.
Les es fácil rechazarla, al fin, es más cómodo que cuestionarse su compulsión a segregar, prefieren aborrecer a la brillante porque, según, les quita el oxígeno de su propia importancia, la dominación sobre los demás y eso se castiga en las mujeres, pero en los hombres, en ellos es cosa de admirar.
Guerrera nocturna, su más reciente publicación autogestionaria, es una mezcla artesanal de mujer, libro y tierra que deshila la violencia sistémica de la región; no obstante, a través de este poderoso diálogo entre las primeras mujeres y la actualidad femenina se pueden otear horizontes más amables gracias a la propuesta de reencuentros de respeto con la Tierra y el rescate de la sabiduría ancestral, poniendo fin a la colonización del pensamiento.
Nos recuerda cómo las guerreras nocturnas son percibidas como amenazas del orden patriarcal, reconocidas en su valor, pero obligadas a masculinizarse o, de lo contrario, son violentadas, discriminadas, exterminadas.
Ninfa Pacheco, con su pluma de artesana, con su don de curandera de memoria, nos obsequia un recorrido de la mano de Guerrera nocturna: mujer jaguar y gobernante; mujer sensible a las artes; mujer en armonía con la Tierra, excelente estratega, aguerrida y diestra líder que no tiene más enemigo que la violencia contra su sexo. Es a través de esta historia–recorrido como nos venimos encontrando todas para hacernos una con el texto. No importa si han pasado quinientos o mil años, el plan colonizador sigue siendo el mismo: el exterminio de Mujeres Fuertes; altas de pensamiento, amorosas, generosas y en total alteridad. Sin embargo, el recuerdo de todo lo que somos desde las mujeres primeras se ha desvanecido un poco porque nos han separado para competir, para contarnos leyendas oscuras en torno al poder que la misma Tierra nos ha concedido por nacer de su vientre.
Todos los elementos dispuestos en este libro tan dignamente nombrado artesanal dan paso a una experiencia conmovedora: la portada nos presenta un zopilote que surca el rojo cielo de Oaxaca, dando fe de la sangre inútilmente derramada por tantas mujeres inocentes. Cuidadosamente unida por hilos que sostienen las hojas y las evocaciones del corazón femenino que se duele e indigna por la voracidad de una cultura que nos aniquila y tiene por testigos a los más antiguos compañeros de nuestra historia: la Tierra, el Fuego, el Agua, el Sol y la Montaña que, desde su aparente silencio, nos aman y contienen. Guerrera nocturna con su fuertísimo canto nos cuenta la experiencia aguda de ser mujer en un país intervenido por otras ideologías tan lejanas a la nuestra, pero, sobre todo, nos urge a reunirnos para seguirla contando y creo, a título personal, que esta invitación es una valiosa oportunidad para tejer redes entre mujeres comprometidas a cambiar la narrativa prejuiciosa que nos obligan a aceptar desde que éramos niñas.
Encontrar a Matlaciua me llevó a pronunciar otros nombres: Cihuacoátl, Xtabay, Tlanchana, Malinalli, Gabina, Ariadna, Sofía, y no para hurgar en sus historias, sino para trazar otro mapa de comprensión y empatía, de fuerza y estrategia, de amor y cambio radical en nuevas formas de cuidar la reminiscencia de la Tierra y a nosotras mismas.
Guerrera nocturna vino a mí para confirmar que la memoria no se conquista ni se invade ni se extrae, y tampoco muere, más bien fluye con el Río, arde con el Fuego y es sólida como la Tierra, y está tan viva y resuena como un atabal dentro del pecho de cada mujer que esté dispuesta a reclamar el poder que nos fue arrebatado.
Dice Rosalba Bustamante, fotógrafa oaxaqueña, autora de la ilustración de las cubiertas de Guerrera nocturna:
El cielo de la ilustración de las cubiertas del libro Guerrera nocturna se realizó mediante una técnica artesanal al cubrir un papel rojo con una emulsión fotosensible exponiéndose después a la luz solar; sobre el papel se colocó un acetato que contenía una imagen del cielo en la ciudad de Oaxaca de Juárez, proceso que dio como resultado imágenes de nubes rojas en un firmamento escarlata como símbolo de la sangre derramada de todas las mujeres que han muerto injustamente a lo largo de los años, particularmente en nuestra tierra. Un ave carroñera captada en Cuicatlán, en forma digital, se agregó posteriormente al cielo rojo para simbolizar la muerte de la mujer, así como la muerte con saña y con ventaja e incluso cuando ejercen violencia en el cuerpo de la mujer que ya está inerte. Esta ilustración es homenaje y a la vez protesta contra la violencia que se ha ejercido contra nosotras las mujeres. ®
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