Mujeres libres, pero…

Big Bang Bermellón, de Sofía Morfín Jean

La autora de estos cuentos, Sofía Morfín Jean, desvela una verdad escondida. Somos mujeres modernas, “mujeres libres”, pero somos presas de las expectativas propias y ajenas, de nuestras necesidades imperfectas y urgentes.

Big bang…

“¿Hay algo peor que descubrir que una no es una niña buena?” Sofía Morfín Jean publicó su primera compilación de cuentos, Big Bang Bermellón. (Guadalajara: Pollo Blanco, 2023). ¿Historias de terror? ¿De suspenso? Más bien, historias de mujeres aterradas de sus propios sentimientos y acciones.

Una joven estudiante de odontología descubre las terribles consecuencias de robarse un colmillo humano del cementerio. Una señora en plena crisis existencial sale de la peluquería con un corte de pelo terrible por no saber poner un alto a las estilistas. Tres niñas se dan cuenta de lo circunstancial de su amistad.

Nada da tanto miedo como lo que una siente, o más bien lo que debería sentir y brilla por su ausencia. En el primer cuento, “Big Bang Bermellón”, nos situamos en una casa de campo con alberca en Tapalpa. Tres amigas de la prepa, convertidas en treintañeras, van a pasar el fin de semana con sus parejas.

Jairo, el esposo de una de las amigas, atrae y disgusta en igual medida a la narradora. Es un clásico machista que no ayuda a cambiar los pañales de los niños y ridiculiza o castiga a su esposa frente a sus amigos, ya sea porque no aguanta la noche y le da sueño, o porque está contando una historia que lo va a dejar mal parado.

“Todavía me pregunto por qué disfrutaba tener la atención de ese imbécil. Era un secreto oculto incluso para mí misma. Tal vez porque fui extraña y antisocial durante la secundaria, me seguía emocionando que un popular me hiciera caso, aunque fuera un mantenido y ya estuviera casi calvo.”

La narradora siente repulsión por el trato de Jairo a su amiga Lina. Por eso le sorprende que, en la noche, cuando la mitad del grupo se ha ido a dormir, se ría especialmente fuerte de sus chistes y se instaure una especie de complicidad entre ellos.

“Todavía me pregunto por qué disfrutaba tener la atención de ese imbécil. Era un secreto oculto incluso para mí misma. Tal vez porque fui extraña y antisocial durante la secundaria, me seguía emocionando que un popular me hiciera caso, aunque fuera un mantenido y ya estuviera casi calvo.”

La tensión que se va construyendo en el viaje estalla de la forma más inesperada, en un evento mucho menos terrorífico que un montón de amigos recluidos en una casa con sus conflictos internos a flor de piel. Así, las mujeres en cada uno de los cuentos son dolorosamente conscientes de lo que sienten. Reflexionan sobre ello, se sienten culpables y se preguntan por qué no alcanzan el ideal de lo que es “una buena mujer” o alguna variedad del estilo.

“Las mujeres tienen dos voces”, escribió la autora chilena Marcela Serrano en su novela El albergue de las mujeres tristes: su voz interior que las impulsa a hacer lo que quieren, sentir lo que sienten, y la voz represora que las tira abajo y las encierra en un lugar que parece impuesto.

En “Actores de la noche” una chica con fleco llamada Runi bebe su cerveza en la esquina de un bar. Se le acerca Joaquín, su ¿novio? ¿roomie? ¿amigo? Ambos están buscando a alguien para pasar la noche.

Después de que Joaquín le mete los dedos debajo del vestido ella lo golpea con una botella de cerveza hecha pedazos. Luego se lleva a casa a un hombre que corre a asistirla cuando la echan del bar mientras manda mensajes con Joaquín para organizar un encuentro con él y la chica que él haya recogido. No sabemos qué planean, pero suena turbio e incluye drogas.

“Podría estar haciendo algo distinto, en un universo paralelo, saliendo en una cita tal vez. Encontrando el amor o alguna de esas pendejadas, pero que el concepto de romance la haga pensar en Joaquín le parece tan enfermo que toda la vida escogería la soledad sin importar lo avasallante”, piensa Runi mientras masturba al chico que recogió en un Uber.

“Ella cede a unos impulsos que otro día en otro momento hubiera reprimido sin miramientos. Pero nada va bien últimamente, con los fracasos amorosos acumulándose como polvo en una esquina, las amigas que no ayudan y el trabajo donde nadie reconoce su talento”.

La chica con corte de pixie a la que seduce Joaquín en el bar tras la salida de Runi se muestra escéptica ante la insistencia de él para llevársela a casa. “Ella cede a unos impulsos que otro día en otro momento hubiera reprimido sin miramientos. Pero nada va bien últimamente, con los fracasos amorosos acumulándose como polvo en una esquina, las amigas que no ayudan y el trabajo donde nadie reconoce su talento”. Y se va con él, porque es lo que toca.

Este tipo de confesiones vulnerables y sinceras son las que cohesionan todas las historias en la compilación. Runi cede a un futuro menos escabroso por la conexión que siente con Joaquín. La chica pixie lo sigue a quién sabe qué, porque un poco de validación masculina promete distraerla de lo que debería ser su vida y no es.

En tiempos modernos los discursos de amor propio y de autosuficiencia, como “en ti están todas las respuestas” y “no puedes amar a nadie si no te amas primero a ti mismo”, parecen ser la filosofía imperante que todos los líderes de opinión proclaman y repiten los grupos de amigas sentadas en cafés.

Sofía Morfín Jean desvela una verdad escondida. Somos mujeres modernas, “mujeres libres”, como escribía Doris Lessing irónicamente, pero somos presas de las expectativas propias y ajenas, de nuestras necesidades imperfectas y urgentes. Hemos heredado más fantasmas de los que nos gustaría admitir.

En “Fruto de mi vientre” cuenta la historia de una madre primeriza que se ve obligada a modificar a su bebé durante el embarazo porque venía “mal”. El bebé nace feo, casi traslúcido. Aparenta tener más meses de los que en realidad tiene, y pronto empieza a mostrar superpoderes, levita en su cuna y controla objetos.

La madre se asusta, más por su propia falta de amor incondicional por el niño claramente anormal. “Nada en mí indicaba que sería una mala madre. Soy egoísta y cruel, pero quién no”. La protagonista sufre el rechazo cada vez más violento de su bebé superdotado, se propone ser la madre santa de la Biblia y falla.

Cualquier cuento, en mi opinión, existe para verter un pensamiento, una inquietud, una reflexión. Deja claro algo, que tal vez el lector entienda o no, que tal vez ni siquiera entienda el escritor. Sofía Morfín Jean usa estas historias para contar los defectos del ser humano, que, si nace mujer, son aún más imperdonables.

Por escalofriantes que sean, no dejan un mal sabor de boca. Son historias terribles que terminan en absolución, en compañía de otras mujeres, en lecciones que se recuerdan años después, en aceptación. A pesar de cómo actúan o qué sienten los personajes, la narración está más concentrada en comprenderlos que en juzgarlos.

Sofía Morfín Jean nació en la Ciudad de México en 1992. Ganó el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en 2023, el mismo año en que se publicó Big Bang Bermellón. Estudió Ingeniería Química, pero perdió su trabajo al inicio de la pandemia, lo que le dio tiempo para escribir cuentos.

En la Feria Internacional del Libro (FIL) de 2023 presentó su libro y explicó que el título refleja “el elemento de angustia en los cuentos, de mujeres que están frente a algo que las sobrepasa, algunas lo dejan fluir y otras intentan controlarlo, pero todo es como un… big bang bermellón». ®

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Publicado en: Libros y autores

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