Editorial

Erotismo y pornografía

¿Es pertinente a estas alturas del nuevo siglo y de la avasalladora era digital seguir distinguiendo entre el erotismo y la pornografía? ¿Será cierto que aquélla es sutil y sugerente y ésta descarada y con aviesos fines comerciales? Vamos… la cosa no es tan sencilla, según opinan nuestros doctos especialistas en esta nueva y caliente edición. Dice Sasha Grey, sabia mujer, que cerca de 80 por ciento de lo que vemos en la tele es pornográfico. Piénselo bien. ¿Ya?
Los tiempos cambian y con ellos las nociones y los conceptos, y la llamada “moral pública” se relaja, a pesar de los conservadores y fundamentalistas de todas partes —ellos no cambian—, que quisieran que todos vivieran una hipócrita vida de castidad y oración.
Antes de internet —hace ya una eternidad— la pornografía, vergonzante, circulaba a escondidas y de mano en mano. Ahora está al alcance de niños y adultos, a unos pocos clics de distancia y en millones de sitios en todo el mundo. Hay quienes la consideran un peligro, sobre todos los gobiernos, del Extremo Oriente a las confusas tierras americanas, por las más diversas razones, desde la defensa de la niñez —válida, desde luego, si de veras de eso se trata— hasta el control de la información y la vigilancia de la moral de las poblaciones. ¿No el caso de Julian Assange, por cierto, contiene los elementos de una buena trama peliculesca: intriga, sexo y robo de información?
Lo que pensamos en Replicante, eso sí, es que la discusión en torno a estos temas debe abordarse desde perspectivas frescas, como la libertad incondicional de todos a ejercer su sexualidad de la manera en que quieran y sin tener que someterse a atavismos o morales caducas y anacrónicas. La única restricción, no puede dudarse de ello, es la protección a menores o incapacitados. El erotismo y la pornografía han desafiado desde tiempos antiguos al estatus y ha causado el enojo de reyes y poderosos. Aun ahora las derechas y las izquierdas en el poder, igualmente conservadoras, ven a la pornografía como un peligro y no como una instancia liberadora. El sexo crudo y abierto como una droga que debe prohibirse. El hecho es que el erotismo y su hermana casi gemela, la pornografía, están ahí desde el comienzo de la historia y no se irán, aprendamos a convivir con ella sin tapujos y sin hipocresía. ®

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Publicado en: Destacados, Erotismo y pornografía, Febrero 2011

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