Se fue lo de Jumex, lo que no implica que hayan llegado cosas mejores, como lo confirmó mi visita a dos lamentables exposiciones durante el mes de enero del nuevo año.
Jim Lamble, competencia para Turner Prize © Tate 2005
La primera, JIM LAMBIE + 2 Intervenciones, está a la vista en la Sala Juárez, dentro de LARVA. Me gustaría poder decir, dado el renombre del artista y el presupuesto que se ha invertido en ese lugar, que la muestra vale la pena. Esto no es posible ni del punto de vista del contenido ni de la museografía.
Lambie es conocido por sus instalaciones esculturales y por seleccionar objetos cursis para ser producidos en formatos más grandes y en materiales diferentes, agrégandoles después un sinnúmero de colores. Por lo general, el artista trabaja pensando en el espacio, crea estas instalaciones con lugares específicos en mente y después cubre el piso con cinta adhesiva de vinil en varios colores. Esto le permite amplificar el placer sensorial generado por sus esculturas; los patrones del piso complementan los colores y las texturas de sus esculturas. Su principal inspiración es el pop art, el minimalismo y la cultura popular, en especial la música rock y los objetos encontrados.
JIM LAMBIE + 2 consistió en varias esculturas en forma de animales, piezas que evocan a las obras de Jeff Koons y celebran la cultura popular. También había una instalación a base de popotes y pintura de colores así como varias piezas hechas al modificar cubiertas de vinilos. Parece ser que las obras de Lambie son producidas y coleccionadas de manera local, lo que explica que se puedan ver en esta ciudad. Según las palabras del curador, Humberto Moro, la Sala Juárez es una iniciativa privada, aun estando en LARVA.
Tal y como fueron instaladas en LARVA la obras de Lambie no tienen sentido. Es decir, no parecería que fueran ideadas por alguien que se supone tiene una trayectoria como la de Lambie, el cual fue nominado al Turner Prize en 2005.
Tal y como fueron instaladas en LARVA la obras de Lambie no tienen sentido. Es decir, no parecería que fueran ideadas por alguien que se supone tiene una trayectoria como la de Lambie, el cual fue nominado al Turner Prize en 2005. Después de haber visto varias fotos de instalaciones hechas por Lambie con figuras similares a las que estaban en la Sala Juárez, me queda claro que nos presentaron obras incompletas o por lo menos fuera de contexto. Los animales de colores funcionarían mejor si fueran exhibidos en pisos intervenidos por el artista, como es su costumbre. Parece ser que a nadie de los involucrados en la exhibición le importó ésto, lo que les interesaba es que contaban con obra de un artista no sólo famoso sino también extranjero y con un espacio vacío supuestamente dedicado a la promoción del arte. En otras palabras, exhibir las obras fue una decisión cuestionable desde el punto de vista institucional y de los coleccionistas. Tampoco me queda claro por qué un grupo de privados tenga el control de esta sala, la cual se encuentra dentro de un recinto público.
La exhibición de Lambie me recuerda a la de otro artista británico, pues en ambos casos las instituciones que presentan sus obras se escudan detrás de la fama de los artistas para exhibir proyectos con poco mérito curatorial y de dudosa calidad artística. En el caso de Damien Hirst, sus pinturas a base de puntos de colores han creado un circo mediático digno de un escándalo a la Hollywood; la galería Gagosian las exhibe en sus once sucursales (como si fuera un McDonald’s o un Guggenheim), presumiendo así su alcance global. Gracias a la exhibición de Lambie ya no es necesario que viajemos para ser parte de una farsa —el LARVA (y la iniciativa privada) nos proporciona obras malas (o mal instaladas o incompletas, pues el piso no está decorado) de un artista potencialmente interesante. Ya mero llegamos al primer mundo.
Después de más de una década de ausencia de la ciudad ver ese tipo de exhibiciones me ayudó a confirmar la pobreza de la oferta cultural en Guadalajara. Me permitió ver que aun teniendo presupuesto se presentan propuestas de baja calidad y se insulta al público. Dado lo que nos propusieron como una exposición de arte sería mejor no presentar nada. Sería más coherente hacer de ese espacio una pista de baile o algo por el estilo.
Jim Lambre, Auto-erótica © Tate 2005
Aun considerando que varias de las obras habían sido enviadas en formatos difíciles de exhibir, el MURA mismo contribuyó a la baja calidad de la muestra. Ninguna de las obras incluidas tenía una cédula informativa. Había varias hojas plastificadas con información sobre cada video pero no ayudaban a identificarlos; una captura de video impresa en las hojas no sirve cuando se trata de obras variables y en movimiento. Tampoco entiendo por qué algunos de los monitores de televisión estaban tan cerca del piso en vez de estar a una altura accesible a los ojos del espectador visto que las obras eran videos, no video-instalaciones.
La mala calidad de Record Again no es por falta de presupuesto, tampoco se justifica que hayan mandado obras complicadas desde un punto de vista curatorial; denota una falta de criterio y de respeto hacia las obras de arte y hacia el público tapatío. Se trata de otro caso en el cual los recursos que se le dan a la cultura rinden aún menos al ser manejados sin ton ni son. ®
