Las que me faltaron del 2010

Triphopalgorítmicokrautoniristaflowitch – 5

El 2011 se va volando, pero los ecos del 2010 siguen resonando en la conciencia psiconauta de este reseñista, único en su especie. En esta ocasión podrán leer sobre y escuchar lo último de Comfort Fit, The XX, Dutch, Emeralds y Balmorhea.

The XX, XX

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Cuatro veinteañeros del sur de Londres nos traen un disco con letras que abordan la intimidad de los amantes y los escaparates del amor con un pop de balanza en equilibrio y con una suavidad desmesurada. Sus influencias son Young Marble Giants, Japan, Glass Candy, y se puede encontrar en ellos la línea de la new wave ochentera sin ese ataque de nervios al estilo Ian Curtis pero con las propiedades de toda calma previa al ciclón. Esa calma es debida a que también se dejan permear por un R&B estilo comercial pero con voces que llevan la suficiente verticalidad como para que las armonías encajen perfectamente en las tablas del chill out y el downtempo (buscar el remix de “Basic Space” hecho por el dúo electro Mount Kimbie). Al escucharlos con tiempo de reseñista, pienso más en Macy Gray que en Blondie, un poco más en los momentos tristes de Johnny Cash y Giant Sand que en Joy Division, pero tanto Blondie como Joy Division se aplican a la etiquetación referencial. Al escucharlos con tiempo de melómano, puedo remitirme a las vibraciones del orgasmo o el encuentro del rostro con la ventana abierta hacia el agua. La cuestión es dejarse sensibilizar por la voz de Romy Madley Croft, que tiene similitud con la de Charlyn “Chan” Marshall (Cat Power) en su estado usual de muerte chiquita y mucho parecido con Stevie Nick (Fleetwood Mac) en sus momentos de post-coito intelectual. La balada pop de los setenta y el folk triste ceden también un lugar aparte a Oliver Sims, segundo vocal y bajista, quien se podría comparar un tanto al Trent Reznor de Hurt y bastante a Mark Lanegan en su versión a dúo con Isobell Campbell, hay obviamente una conexión directa, pero en vez del abandono desértico se canta sobre la entrega, gesto particular de la new wave, que si no hablaba de entregarse al amor, lo hacía por el baile con la radio —quizá por ello hasta Shakira los ha covereado en sus shows en el idioma de las libras. Y aprovechando la reseña atrasada de un material que apenas lleva casi un año de ser lanzado pero aglomera las predicciones satisfactorias de unos veinte años posteriores, hablaré de Jamie XX, quien aporta beats y trabajo electrónico en la banda y cuyos remixes han hecho rabiar a los más puristas porque “el muchacho” se junta con los grandes, Adele, Mount Kimbie, Gil Scott Heron, con quien ha sacado en este año We Are New Here, disco de remixes del I’m New Here del legendario Heron. The XX es un pop destinado a salir de sus casillas, manteniéndose en los espacios cuerdos de la bóveda craneal y, como los cientos de reseñas a su alrededor lo afirman, lograr que los tejidos del hueso vertébrico se declaren muertos bajo el microscopio.

Emeralds, Does It Look Like I’m Here?

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Steve Hauschildt (sintetizador), John Elliot (sintetizador) y Mark McGuire (guitarra) lanzan bajo el nombre de Emeralds un long play que parece haber sido extraído de las minas del Rey Salomón. Desde 2006 hasta la fecha han venido lanzando trabajos en CD y tapes, al principio con más drone que sintetizador, ahora con la mezcla pulcra de ambas cosas y el uso de la guitarra muy al estilo del krautrock más brilloso. Con su trabajo previo, llamado What Happened, recibieron notoriedad puesto que dejaron lejos en el camino un sonido que los empezaba a erosionar (cuando el drone se hace sin cuidados de joyero suena a repeticiones de máquina sin mantenimiento) y se dieron cuenta de que lo sintetizado, al mezclarse con la guitarra de McGuire, podía llevar la finura de toda elección selectiva: buscar los sonidos correctos, encontrarlos, imbricarlos, producirlos, empaquetarlos. Es la idea de retomar el kraut y su impacto directo lo que les hace sonar ya como un conjunto de decisiones humanas, musicalmente áuricas, sin rozar con desproporciones atmosféricas, drone que se aclimata y fluye como sus raíces: loop. Comienza con “Candy Shoppe” y el que se acuerde notará una especie de dixit sonoro del intro legendario del rpg Final Fantasy para consecutivamente percibir el drone, en primer plano audible, como una frecuencia de textura de ruido blanco atravesado por una línea de sintetizador azul. En “The Cycle of Abuse” el fondo sintetizado se mantiene mientras una guitarra cuasi oriental vibra entre lo que parecieran sonidos de androides en la ficción setentera o grillos de electricidad moldeados por las palpitaciones de su misma f(r)icción. En “Genetic” un pesado cargamento de synth se inunda por sonidos de agua chapuceante, algo más parecido a lo que la agrupación tocaba al debutar pero que bien se adhiere a este disco por su reminiscencia a la partícula elemental de los rasgos individuales (lo repito pues me consta, el drone es humano). Después de la inundación llegamos a “Goes By”, donde los rasgueos de la guitarra y los sintetizadores con un toque de Can, en primer plano, se desenvuelven bajo los grillos que siguen cantando a la noche con voz de dispositivo robótico manejable contra los invasores estelares. La canción inicial, la que da título al disco, es como la mayoría de los trabajos que hoy en día retoman el kraut, una revisitación a Kraftwerk, esta vez sí, manteniendo la frialdad de los maestros pero consiguiendo que de nuevo el drone se imponga con abismales e insondables rechazos a todo clima, la piel se nos vuelve onda y frecuencia, el sonido es otra vez avasallado por la mente.

Comfort Fit, Private Primate EP

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https://revistareplicante.com/audio/ragel/Snare-Wars-Mr-Dibiase-Chopped-Re-up.mp3″ text=»Snare Wars (Mr Dibiase Chopped Re-Up)» dl=»0″]

¿Existe alguna barrera entre el glitch y el noise? Me refiero al glitch puro, el de Autechre o Aphex Twin, el que comenzó como un fallo de hardware y que luego se pensó (IDM) como estrategia sonora. Decían los situacionistas, los amigos de Guy Debord, que crearían un sistema para erradicar el surrealismo y producir automatismos predictivos y predecibles. No recurrir al azar, dominarlo. Usar el glitch es hacer noise, permitir a las máquinas debrayarse. Hacer glitch es usar el ruido y lograr que hable el hardware. Incluso John Cage usó el azar en sus exploraciones sonoras con el libro de las mutaciones, el I Ching. Boris Mezga (Comfort Fit) no sólo utiliza el glitch sino que su freestyle se arma de ello. Si después el jazz, el techno de la Motown City y el dance quieren entrar a la fiesta, es cuestión de sólo dejarlos pasar. Entonces el hip hop se une a lo que pareciera una contraparte, pues muchos aseverarían que el glitch no se lleva con nada más que con productos crípticos que no tengan historia más allá de los noventa. Ya quisiera ver la cara de Terminator X al descubrir un fallo en las tornamesas de Public Enemy, o a las Scrogging Sisters, o a Curtis Mayfield para irnos más lejos, disfrutando una distorsión de metales o basslines. En este EP de cinco tracks con autoría germana hay una muestra de lo que los anteriores nombres hubieran considerado un mero divertimento entre nota y nota, entre conexión de amplificaciones y mics, y que hoy en día es sonido predilecto entre escuchas de la Intelligent Dance Music. En lo personal, prefiero lo de Autechre, sin ser purista y sin tampoco llegar al grouperío, es mi elección, pero no eludo mi gusto por el trabajo de Boris Mezga… qué puedo decir, fui un usuario de los juegos en 8 bits que trabajaban con el sonido y los colores básicos de la televisión común y que de repente y sin esperarlo glitcheaban la imagen y el audio en proporciones galácticas. Private Primate bien pudo haber sonado en la casetera del Halcón Milenario o en los cascos auriculares de Tron pero suena en nuestros dispositivos y es cuestión de nanosegundos entender que se trata de una música cerebral, auténtica, novedosa y que se nutre de fuentes pasadas muy al estilo de las mentes de sus creadores… y lo digo así ya que, estoy seguro, esa cosa está viva.

Balmorhea, Constellations

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Rob Lowe y Michael Muller son los responsables del proyecto. En sus dos anteriores trabajos [All is Wild, All is Silent (2009) y Rivers Arms (2008)] nos encontramos con música más cercana a la tierra que a la metáfora del mar. Y es que en Constellations (2010) Balmorhea toma de la mano la contemplación del cosmos, siendo las inmediaciones del océano los lugares idóneos para trazar un mapa estelar a pulso. Basta con entrar a su página web para encontrarnos con que sus exploraciones de campo rondan los límites de lo antiestético pero siguen resurgiendo de una ignición que se basa en la belleza abyecta: un flash que enseña ropa tendida, lodazales, cielo nublado: una favela vista a través del arte y el sonido. Quizá ésa también sea una metáfora del mercado; en el medio electrónico el material puede ser de cartón, madera húmeda, tierra seca o mojada, usualmente cualquier favela sonora fotografiada con el lente correcto se puede incrustar en reseñas de revistas estelares, pero la banda de Austin comienza sin prisa, escuchamos unas cuerdas de guitarra clásica, un piano bien situado, escuchamos voces, de repente una atmósfera de arquitecturas en abandono, la cinta que se masca y el scratch de todo menos un ambiente cósmico. Aunque existe la poesía, está el silencio detrás, y si en All is Wild, All is Silent los texanos resonaron la vida pastoril en una frontera impenetrable, aquí las redes pueden ser aventadas con la esperanza de trasgredir pesos y medidas, ya que, en todo caso, la gravedad y el oxígeno nos podrían afectar. Balmorhea desdeña la ley de esa gravedad acústica que mantiene todo en un grado uniforme de elevación, esa norma que pide todo en el piso, nivelado por sus formas, y que da al paisaje perspectiva de sólido habitando gas. Al juntar pasos de baile sobre madera, cuerdas aisladas entre acordes de piano colocados con minuciosidad de rémora, el grupo nos da un paisaje folklórico que se relaciona más con las actividades que con los sueños, más con la realidad de un onirismo imperante en el fondo que con la horizontalidad de los colchones húmedos a la orilla de la superficie. Hay calor. Hay color. Hay multidimensionalidad transparente. Balmorhea suena y Newton se ha puesto ya los audífonos… bajo el agua.

Dutch, A Bright Cold Day

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La matemática de la misantropía, así debería llamarse a lo de Kevin Baldwin a.k.a. Stoupe The Enemy Of Mankind; lo asegura él mismo al ser entrevistado por Liz Fullerton, su compañera en este álbum salido el año pasado pero que les llevó casi un lustro de construcción metódica y precisa colocar en los puntos de movimiento mediático, desde la Filadelfia de los beats congelados hasta los bafles de la temperatura universal. De Liz se conoce muy poco, es hasta hoy cuando nos ofrece nuevo material como solista en los estudios Turttle con la ayuda de Jeff Hiatt y gentes importantes —Carl Cheeseman, Matt Landis, Andy Keenan y Gary Lebiedzinsk— en el ambiente musical de su querida “Philly” y no lo hace vocalizando líneas de jazz ni nada que se parezca a lo que encontramos en Dutch: su debut es folk. En cuanto a Stoupe… mejor sigamos con Liz. Desde que Dutch lanzó A Bright Cold Day los medios no han parado de catalogar su voz como si se tratara de algún material de tlapalería discográfica. Han dicho que tiene algo de Dido, mucho de Cat Power, bastante de Ella Fitzgerald, que no suena para impactar la cajuela del auto ni las fiestas de tus amigos pero que puede acompasar los vientos del bosque más filoso… yo diría que Liz Fullerton no está para transportes, mucho menos para geografías, y que sus alcances vocales se dedican a satisfacer con creces los oídos de los seguidores de la música en bajas frecuencias sin dejar atrás las cuerdas y los pianos dulces y chirriantes de su folk bosquimano. A Bright Cold Day nos regresa a las rutas del trip hop inglés pero recordemos que el sampleo de Portishead o Massive Attack era a veces un gesto más que un recurso matérico al tomar la virulencia del rap gangsta y pasarla sin escapes al plano del soul y el downtempo en neblina. Aquí ya tenemos al autor, Jedi Mind Tricks lo tuvo antes y ya se sabe que en sus tracks no hubo concesiones a la dulzura de las carreteras oscuras ni los amores abstractos que saludan a los fantasmas del camino. En Dutch podemos pararnos después de la lluvia, a las afueras, absorber ese pálpito de nuestra lengua (sampleo del español ya antes tuneado con éxito por Stoupe) en “Tristessa”, recordar el entusiasmo de Beth Gibons o Robert Del Naja con “Pearls”, ayudarnos a pasar la sopa más rancia con “California Cloaked In Wool”y demás cortes que si bien mantienen una linealidad estructural en las líneas de bajo, en la melodía son brotes de frugalidad que Baldwin, hombre de respiración bestial, había querido producir por años y sólo pudo hacerlo en 2010, con la ayuda de Fullerton, mujer de suspiros imprescindibles.

LIZ: ¿Por cuánto tiempo quisiste grabar el disco?

STOUPE: Por mucho tiempo

L: ¿Por años? ¿Diez años?

S: Sí, qué tal diez años.

L: ¿Y por qué quisiste hacer algo diferente?

S: La matemática envuelta en el cantar es mucho más dura que en el rap [de la entrevista en la presentación del disco en 2010, para EnemySoil Recordings]. ®

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Publicado en: Abril 2011, Música

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  1. Hago otra corrección, ahí donde debiera decir Stevie Nicks, dice Stevie Nick (véase Fleetwood Mac -que cosa fina es-). Y sí, ratifico mi error al anteponer el artículo al nombre Emeralds… debió quedar «bajo el nombre Emeralds». Whisky para todos.

  2. Gerardo, gracias por corregir y aclarar. El fallo fue también mío puesto que no revisé bien incluso sabiendo que eran Emeralds. No te preocupes por los comments, tú sigue y muchas gracias por los enlaces, yo y muchos vatos en Mérida confiamos en tus sugerencias y recomendaciones pa eso del sonidero, creo y tú me lo podrías debatir que eres el coleccionista con más material y con más colmillo en el estado y quizá en la península, y tus aportes son ganancia múltiple, saludos.

  3. Gerardo Alejos

    Quedó todavía una vez mal escrito, en Chrome me sale en la cuarta línea de la reseña («lanzan bajo el nombre de…»). Y para no sólo subrayar pequeños deslices sino aportar algo útil, aquí un link para bajar el primer LP de Emeralds en Hanson, el que dije que era el que más me gustaba de ellos, no creo que violemos derechos de autor porque hasta donde sé todas las ediciones del disco (en CD y en vinil, por cierto yo tengo el vinil azul y suena bien chido) ya están agotadas, aunque siéntete en libertad Joaquín de editar mi post y quitar el link si esto no es «kosher». Y visiten todos la página de Hanson Records y compren algún disco, que el Dilloway (que recién tocó en el DF en el festival Aural) vende las cosas bien barato, y su envío a México es igual bastante accesible.
    http://www.mediafire.com/?ozzmyzmnjor
    http://www.hansonrecords.net/

  4. Joaquín Peón Iñiguez

    Yo me hago responsable por la pifia. Mil disculpas. Ya lo arreglé.

  5. Gerardo Alejos

    Ragel, hubo un error en el nombre del grupo de drone-ambient-neo-kraut, es Emeralds (sin la «s» y sin el artículo «The»), me parece que está mal escrito un par de veces en el texto del artículo y en el subtítulo. El disco que más me gusta de ellos, por cierto, es el primero (que salió en Hanson), «Solar Bridge», lo conseguí en vinil hace poco.

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