Queremos que Replicante siga siendo una publicación que reúna en sus páginas lo mejor de la academia y de la cultura popular, del periodismo y de la literatura, del arte y del diseño, de la reflexión y del humor.
Los Angeles, 2019.
En los primeros meses del ya lejano 2004 la periodista Roberta Garza y su servidor nos dimos a la tarea de crear una revista agresiva y diseñada con un espíritu que correspondiera a estos tiempos turbulentos y vertiginosos. Si no lográbamos producir una revista fluida y atenta a las diversas formas de expresión del medio cultural y social, el esfuerzo no valdría la pena. El día 23 de octubre de ese año nació Replicante, una revista trimestral impresa que se distribuyó en librerías y locales cerrados de casi todo el país, y que tenía una versión electrónica que, la verdad, no era muy dinámica que digamos.
Desde el primer número de Replicante tratamos de que en sus páginas pudieran leerse lo mismo textos de académicos reconocidos como de jóvenes principiantes pero con talento y buenas ideas; ensayos filosóficos y crónicas periodísticas; crítica literaria y cinematográfica; crónicas y reflexiones en torno a las nuevas tecnologías, así como a las nuevas formas que viste el arte de nuestros días: el cómic, el video, la televisión, la música, el diseño y todo lo que tiene que ver con internet y el uso de otras tecnologías en estos campos. Nuestro objetivo ha sido publicar una revista que trate siempre de tocar las fronteras en continua expansión de estas expresiones del pensamiento. Desenfadada, crítica, irónica —y hasta burlona—, pero con la claridad necesaria para entender el tiempo mexicano y del mundo. En suma, una publicación que conjuntara en sus páginas lo mejor de la academia y de la cultura popular, del periodismo y de la literatura, del arte y del diseño, de la reflexión y del humor.
En los primeros meses del ya lejano 2004 la periodista Roberta Garza y su servidor nos dimos a la tarea de crear una revista agresiva y diseñada con un espíritu que correspondiera a estos tiempos turbulentos y vertiginosos.
Después de cinco años de la versión impresa decidimos optar por la versión electrónica, pues era imposible hacer una inversión millonaria para igualar el tiraje de las revistas de las grandes corporaciones, y, además, quisimos sumarnos a la ola que transformaba ya el mundo de las publicaciones periódicas.
Desde el principio pensamos en Replicante como una revista para un público transgeneracional, bien informado, para los que no han perdido el gusto por la lectura ni se han dejado seducir por la histeria y la prisa del consumismo —sin hacer menos a quienes también saben leer imágenes. Un público integrado en buena medida por creadores, comunicadores y analistas de muy variadas disciplinas y tendencias que, mediante la revista, pudieran emprender un recorrido selectivo, crítico y humorístico de aquello que está destacando con más fuerza en el centro del panorama creativo. Un público que no es tan vasto —ni acrítico— como el de los grandes medios de comunicación, pero sí lo suficientemente amplio como para sostener un proyecto editorial como el que proponemos. Esa idea y ese esfuerzo se concretaron finalmente en Replicante, que en este mes y en este año cumple quince años. Si estamos cerca de nuestros objetivos, ya nos lo dirán nuestros crecientes lectores.
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Continuamos el camino gracias a nuestros lectores y amigos —muchos de los cuales aportan desde cinco dólares al mes para este proyecto—. Como quiere la vieja consigna, hay que renovarse o morir, y por eso rediseñamos nuestro logotipo y le dimos una nueva apariencia a nuestro portal. Los contenidos siguen siendo selectos y suman ya miles las colaboraciones de periodistas, escritores y artistas de México, principalmente, pero también de Argentina, España y otras partes de un mundo cada vez más al alcance de la mano.
Gracias, queridos lectores, por seguirnos acompañando. ®
