Marilyn no fue ninguna víctima

Si hubiera observado todas las reglas no habría llegado a ninguna parte

¿Es posible saber quién fue Marilyn Monroe en realidad? Quizá, pero lo que es cierto es que su vida ha sido contada caprichosamente y muchas veces sin recurrir a fuentes primarias, como la gente que la conoció.

Marilyn de concreto. Bo Shou. Imagen de libre uso.
Me encanta hacer cosas prohibidas por la censura; después de todo, ¿para qué estamos aquí? ¿para quedarnos parados viendo cómo pasa la vida por delante de nosotros?
—Marilyn

Corría el año de 1986 cuando fui rechazada de la única secundaria federal de la zona, quedándome por opción la secundaria estatal de los rezagados, así le decían. O bien podrían haber dicho: la de los que comenzaban a juntarse en pandillas, los que accedían a probar el porro o el alcohol, los que provenían de hogares disfuncionales y se metían en problemas. Los desadaptados. Los rebeldes “sin causa”, pero sería condenarlos a la dictadura de la memoria, ésa que reduce los hechos en casos y no en efectos y consecuencias. Convencidos de que ajustarnos a los papeles y responsabilidades impuestas por el mundo amenazaba nuestra incipiente noción de identidad. “We’re Not Gonna Take It”se convirtió en el himno de mi generación. Éramos muy jóvenes, casi niños, pero deseábamos “ver al mundo arder”, aunque no supiéramos bien a bien su significado: “He venido a traer fuego a este mundo, ¡Y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!” (San Lucas 12:49–53).

En Estados Unidos el presidente era Ronald Reagan, quien fue presentado ante los más novatos como una inútil marioneta por la banda Génesis en su video Land of confusión que MTV transmitía intermitente durante meses. “El actor de Hollywood que logró ser presidente”; lo que decía mi tía era verdad, sin embargo, en 1986 no existía internet, no había manera de acceder a un buscador que arrojara miles de resultados por segundo, como ahora. Por eso quedé gratamente sorprendida cuando pude comprobarlo con una fotografía del futuro presidente en sus tiempos de actor ¡junto a Marilyn Monroe!

Mi encuentro con la Diosa

A los trece años ¿cuántos conocimientos se han acumulado? No gran cosa, el mundo es un concepto, y en él vamos tejiendo un ideal. Y “Los ideales son”, lo dijo Sartre, “como las estrellas: nunca las alcanzaremos. Pero igual que los marineros en alta mar, trazaremos nuestro camino siguiéndolas”. Desde la adolescencia buscamos inspiración, nuestro lugar en el mundo, un modelo a seguir. El cine, la música y la literatura fueron el mío. Las estrellas de cine y los cantantes representaban todo cuanto soñaba.

¿Quién es Marilyn Monroe? Me pregunté. ¿Vive aún? ¿Qué hizo? Fue así como despertó en un par de chiquillas impresionables e ilusas —mi amiga Victoria y yo— gran admiración y afanosa búsqueda por cuanta información de ellas, Madonna y Marilyn, encontráramos.

Marilyn Monroe fue puesta nuevamente en la palestra gracias a Madonna, a la que los medios del mainstream ochentero no paraban de comparar. ¿Quién es Marilyn Monroe? Me pregunté. ¿Vive aún? ¿Qué hizo? Fue así como despertó en un par de chiquillas impresionables e ilusas —mi amiga Victoria y yo— gran admiración y afanosa búsqueda por cuanta información de ellas, Madonna y Marilyn, encontráramos.

Coleccionábamos revistas e intercambiábamos fotografías, discos, casetes, afiches y pósters. Los fines de semana transmitían por una televisora local el ciclo de Cine permanencia voluntaria, lo mejor del cine clásico comentado por un experto. Tuve la oportunidad de ver películas como The gentleman prefer blondes, The seven year itch, The misfits, Let’s make love, Some like it hot, Niágara y Marilyn: The Untold Story, una película biográfica más.Una vez ¡hasta intentamos hacer una sesión espiritista con la tabla Ouijapara contactar con la mítica actriz! ¿Tuvimos éxito? No precisamente, pero sí logramos hacer contacto con el “Führer”. Pero ésa es otra historia.

Monroe, Marilyn Monroe. Imagen de libre uso.

Nos íbamos de pinta por los malls buscando las tendencias de moda en los escaparates y en las tiendas de discos. Disfrute total, perderme en las portadas de los vinilos maravillosamente ilustradas, deslizar las yemas de los dedos por el plástico que los recubría, olerlos y comprarlos. Los precios eran sumamente accesibles. Nada que ver con la mercadotecnia voraz de hoy, con esos álbumes que incluyen photocards o photobooks y pósters que sólo se obtienen en preventa.

¡Y por fin llego al momento esperado que motivó este regurgitar de nostalgias! Ahí estaba, y sólo para nuestros ojos, la Marilyn de sonrisa trémula y ojos entreabiertos en la portada de un libro: Diosa. Las vidas secretas de Marilyn Monroe, de Anthony Summers.1 Teníamos que tenerlo. Debíamos tenerlo. Cada una el suyo. (Fieles a una máxima comunista de que el conocimiento no se vende ni se compra, la forma en como lo obtuvimos no fue honesta. Pero ésa es otra historia.) Ese libro fue y sigue siendo, a mi parecer, un referente obligado. De esa edición ya han transcurrido poco más de tres décadas y un lustro.

Un ser que vino al mundo con insoslayables desventajas: una madre loca, un padre que la abandonó, vivió tan sola, sin hermanos, abuelos, tíos, primos, ni siquiera un vecindario amigable donde convivir con niños de su edad. Que fue expuesta a violaciones y abusos de todo tipo. Una mujer de una belleza sobrenatural y una dulzura sin igual que ni las peores experiencias pudieron mermar.

Marilyn Monroe representó en mis años de adolescencia una mártir moderna. Una especie de musa “mística” que se auto–inmola en pos de un deber superior. Un ser que vino al mundo con insoslayables desventajas: una madre loca, un padre que la abandonó, vivió tan sola, sin hermanos, abuelos, tíos, primos, ni siquiera un vecindario amigable donde convivir con niños de su edad. Que fue expuesta a violaciones y abusos de todo tipo. Una mujer de una belleza sobrenatural y una dulzura sin igual que ni las peores experiencias pudieron mermar. Un ser incomprendido e incondicional, que nunca exigió algo a cambio. Tan ingenua como un niño, tan inocente, pura, sin ápice de maldad. ¿Acaso no ha sido eso lo que ha alimentado su leyenda?

La letra de una canción escrita por Elton John, “Candle in the wind”, dice más o menos así:

Adiós Norma Jean, aunque nunca te conocí,
tuviste la elegancia de mantenerte firme
mientras todos te molestaron.
Por debajo de las piedras emergían y susurraban a tu oído,
atándote a la rutina y te hicieron cambiar de nombre.
Y me parece que viviste como una vela en el viento
sin saber a quién aferrarte cuando la tormenta comenzaba.
Me hubiera gustado conocerte,
pero yo era sólo un niño.
Tu vela se apagó mucho antes
pero tu leyenda nunca lo hará.

La descripción que hacen los medios de Marilyn con esas lacrimosas estrofas inspiradas en ella siguen siendo un referente obligado.

A través de los años fue gustándome menos Madonna y más la Monroe. Con la madurez deseché a ambas. La ingenuidad abrió paso a la veracidad. Llegaron a mi vida nuevas lecturas, nuevos personajes, más experiencias. Entendí que el ser humano cuenta con un libre albedrío que podría verse empañado por ciertas circunstancias que no elegimos, sin embargo, una voluntad fortalecida en un anhelo también es capaz de elegir el cómo equivocarse. Y Marilyn no fue la excepción.

Tuvo un breve paso como chica de acompañamiento o call girl antes de llegar al estrellato. De hecho, a Marilyn se le considera hoy una de las pioneras en romper el silencio respecto al llamado “casting de sofá”, del cual ella no fue pasiva ni víctima ni cómplice, sino que supo jugar el “toma y daca” en el juego del poder:

Cuando comencé a modelar, [el sexo] era como parte del trabajo… y si no aceptabas, había veinticinco chicas que lo harían. Sabes que cuando un productor llama a una actriz a su oficina para discutir un guión no es eso todo lo que tiene en mente. Me he acostado con productores. Mentiría si dijera que no lo hice.2

Discretos pero consistentes los testimonios que afirman que utilizaba a las personas para ascender en su carrera. Influyó en mí el hecho de imaginarme a la dulce Marilyn como una acosadora de Jackie Kennedy, deseosa de arrebatarle su lugar como primera dama. Su incapacidad, casi crónica, para la fidelidad conyugal, y cómo al estar casada con DiMaggio ya preparaba el anzuelo para pescar al dramaturgo Arthur Miller. Cómo, inverosímilmente, hablaba de su deseo por convertirse en madre mientras se provocaba abortos, y otros más que sí sucedieron de forma espontánea. Marilyn fue el tipo de persona sin complejos ni ataduras que lo mismo mantuvo relaciones amorosas con hombres y con mujeres, pero a ninguno fue leal. Sus constantes e injustificables llegadas tarde que convertían un infierno todos los rodajes. (Se rumora que eso fue el detonante del infarto de Clark Gable, a los 59 años, al finalizar la filmación de The Misfits, rodada en el inclemente desierto de Nevada). Escasas ocasiones, podríamos asegurar, Marilyn fue una víctima de las circunstancias.

Marilyn, a diferencia de la Doña, fue una mujer con serios problemas psicológicos y emocionales que encontró en su belleza el único método de asirse a la seguridad. Sólo así, y solamente así, se sentía capaz de pisar tierra firme, sabiéndose deseada sexualmente.

María Félix llegó a decir que para alcanzar la cima “hay que pasar por encima de todo y de todos. Con un chocolate en la boca no hubiera llegado a ninguna parte. Ésa fue mi meta. Y para alcanzarla no podía ser una blanca paloma, tuvieron que rodar cabezas”. Marilyn, a diferencia de la Doña, fue una mujer con serios problemas psicológicos y emocionales que encontró en su belleza el único método de asirse a la seguridad. Sólo así, y solamente así, se sentía capaz de pisar tierra firme, sabiéndose deseada sexualmente. Artilugio que manejó hasta el final de su vida para “hacer rodar cabezas”. Pero, ¡oh Marilyn! la belleza es tan efímera, y tu vida fue, efectivamente, una vela en el viento.

Diseccionando a Marilyn

Hay una conocida expresión: “En la cama y en la cárcel se conoce a los amigos”. En este breve recuento por la vida y el mito de Marilyn Monroe propongo ir más allá, es decir, explorar el cómo logró el éxito, cómo fue frente al poder, en el amor y en los afectos, hasta llegar al ocaso de su muerte. Haré uso de cinco imágenes icónicas que mi memoria custodia como un referente de esas etapas.

Marilyn. Ilustración de Alexsalon. Libre uso.

Calendario al desnudo sobre terciopelo rojo. Sesión fotográfica realizada por Tom Kelly en 1949, que posteriormente ilustrará la primera edición de la revista Playboy en 1953.

Con el célebre vestido blanco de la escena de The seven year itch, cuando Marilyn tocaba la cima del éxito.

Otra en la que, como un presagio, aparece compartiendo gala con el futuro presidente Ronald Reagan. Aquí subyace su irresistible atracción, y, por qué no, predestinación, por los hombres poderosos, que dio como resultado su peligroso y fatal vínculo con los Kennedy.

La acaramelada sesión fotográfica junto al que juraba era “el amor de su vida”, el dramaturgo e intelectual Arthur Miller, su tercer esposo.

Y, por último, en la morgue. La triste fotografía del cadáver de Marilyn sobre la mesa de autopsia.

La chica del calendario. Elevándose sobre sus propios límites

El nacimiento y la vida familiar de Norma Jeane Baker Mortenson —o Jean, según lo deseara escribir, y a veces añadía el Mortenson— estuvieron marcados por el secreto, el velo del misterio que ni ella y mucho menos nosotros llegaremos a rasgar.

A su madre, Gladys Pearl Baker, le fue diagnosticada una esquizofrenia paranoica, razón por la cual no vio crecer a la pequeña Norma ni a dos hijos anteriores, fruto de un primer matrimonio. Marilyn se enteró de que tenía una hermana mayor en 1938, Bernice Baker Miracle, nacida en 1919, y no se conocieron en persona sino hasta 1944, cuando Gladys llevaba más de diez años internada en un hospital psiquiátrico. Ambas, medias hermanas por parte de madre, compartieron el mismo sentimiento de abandono. Pero, a diferencia de Marilyn, su hermana sí se atrevió a ser madre e hizo a un lado el temor de heredar de su progenitora una enfermedad mental que pudiera ella, a su vez, heredar a sus vástagos. Dio a luz a su única hija, la escritora Mona Rae Miracle.3 El hermano de Marilyn, Robert Kermit “Jackie”, nacido en 1918, murió a los dieciséis años por una enfermedad pulmonar. Nunca se conocieron.

Gladys trabajaba cortando negativos de películas cuando conoció al probable padre de Marilyn, quien falleció poco antes del nacimiento. Marilyn aderezaba la leyenda de su padre desconocido diciendo que abandonó a su madre cuando ella nació: “Mi verdadero padre vivía en el mismo edificio de departamentos en que vivía mi madre, y se fue cuando yo nací”. La realidad es que no se sabe quién fue su padre biológico. En sus recuerdos de niña ella aseguraba que su madre le había mostrado una fotografía de un misterioso hombre con sombrero, ojos azules y mostacho estilo Clark Gable, y le dijo: “Ése es tu padre”. Se trataba de Edward Mortenson, con el que se casó en 1924 y falleció meses después en un accidente automovilístico. El documental Marilyn, Her Final Secret, de 2022,4 dirigido por François Pomès, asegura que el verdadero padre de Marilyn fue un compañero de trabajo de su madre llamado Charles Stanley Gifford, con quien habría tenido una aventura en 1925, un año antes del nacimiento de Marilyn. Gifford era el dueño de Consolidated Film Industries, y todo esto coincide con el nombre que cita la investigación de Summers en su libro Diosa, de 1985. Existe el rumor de que ella intentó buscar a Gifford y que él la habría rechazado.

Marilyn. Ilustración de Richard Mc. Libre uso.

Marilyn vivió con su madre hasta los siete años, momento en el que Gladys fue víctima de un periodo depresivo profundo que estalló en una explosión de rabia y frustración en la que habría intentado matarla —también se tiene la versión de que Gladys atentó contra un amigo y no contra su hija—. Es entonces cuando fue internada en un hospital psiquiátrico, quedando la pequeña Norma a cargo de algunas amistades de Gladys, hasta que ya no pueden hacerse cargo de ella. Las riendas de la infancia de la niña corren bajo la batuta de las leyes de protección infantil de California: “Diez padres adoptivos, dos años en el asilo de huérfanos en Los Ángeles y finalmente cuatro años con los tutores designados por el condado”.5

Marilyn, ya adulta, recordaba cómo su abuela trató de asfixiarla con una almohada cuando ella tenía trece meses. ¿Pudo Marilyn recordar algo así ocurrido a tan temprana edad? También, tantas veces como contó la historia de su violación, ocurrida a los ocho o nueve años, cambió detalles realmente significativos.

Nunca sabremos si los truculentos recuerdos de infancia de Marilyn realmente ocurrieron o fueron hipérbole de su imaginación. Entre los que puedo recordar ahora mismo está el supuesto ataque del que tanto su madre como su abuela materna habrían cometido contra ella. Della Monroe murió en un asilo a la temprana edad de 51 años. Marilyn, ya adulta, recordaba cómo su abuela trató de asfixiarla con una almohada cuando ella tenía trece meses. ¿Pudo Marilyn recordar algo así ocurrido a tan temprana edad? También, tantas veces como contó la historia de su violación, ocurrida a los ocho o nueve años, cambió detalles realmente significativos. Por ejemplo, que el perpetrador del acto fue un inquilino que vivía con una de las tantas familias que cuidaron de ella, un tal señor Kimmel:

Un hombre de aspecto muy serio, todos lo respetaban y lo llamaban “señor Kimmel”. Pasaba frente a su habitación, cuando la puerta se abrió y él me dijo suavemente “Entra por favor, Norma…”. Me sonrió y cerró la puerta con llave: “Ahora no puedes salir”, dijo, como si estuviéramos jugando. Yo lo miraba en silencio. Estaba asustada pero no me atreví a gritar… Cuando me abrazó yo pataleé y me defendí todo lo que pude, pero no hice ningún ruido. Él era mucho más fuerte que yo y no me soltó. Siguió susurrándome que fuera una niña buena. Cuando abrió la puerta y me dejó salir corrí a contarle a “mi tía” lo que me había hecho el señor Kimmel.

Ya en la década de los sesenta Marilyn habría contado la misma historia, esta vez modificada:

Sí sucedió. Pero yo no salí de la habitación corriendo, gritando ni chillando. Sabía que estaba mal, pero para decir la verdad, creo que sentía más curiosidad que ninguna otra cosa… nunca nadie me había hablado del sexo, y francamente nunca pensé que fuera tan importante ni que estuviera mal.6

Asimismo, si indagamos sobre los primeros años de su incipiente fogueo en el mundo de los castings, citas con altos ejecutivos y la búsqueda de algún periodista que accediera a realizarle una entrevista, llegamos a la fecha de 1947. El afortunado que recogería su testimonio sería el periodista Lloyd Schearer, quien prestaba sus servicios para la oficina de publicidad de la Twentieth Century–Fox; él relató en el libro de Summers la impresión que tuvo frente a su testimonio:

Nos confió, durante el almuerzo, que uno de sus tutores —ya no era un inquilino sino un tutor— la había molestado, que la había violado un policía y que la había atacado un marinero. A mí me pareció que vivía en un mundo de fantasía, que estaba enmarañada en un proceso de invención y completamente absorbida en su propia sexualidad.7

De lo que sí podemos estar seguros de que aconteció en el pasado de Marilyn es sobre su primer matrimonio y la forma en cómo fue fraguado por una de sus familias de acogida. Marilyn no eligió casarse a los dieciséis años. Fue su tutora Grace McKee quien lo planeó. McKee contraería segundas nupcias y se mudaría al este y no deseaba llevársela con ellos. La solución era encontrarle marido o, en su defecto, devolverla al orfanato. El elegido fue su vecino, un joven de veintiún años de nombre Jim Dougherty. Se casaron el 19 de junio de 1942.

Es en esta etapa cuando Marilyn conoce la independencia, ya está por su cuenta. Su joven marido se enrola en la marina mercantil al año siguiente. Es entonces cuando, para “matar el aburrimiento”, solicita empleo en la fábrica Radioplane, inspeccionando paracaídas y pintando fuselajes, y cuando llega su primera propuesta para modelar.

Surgió la idea de que sería novedoso comenzar a llevar la atención hacia las mujeres que estaban trabajando en el esfuerzo de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo? Buscándolas en las fábricas. El soldado David Conover encuentra a Marilyn e inmediatamente capta en ella no sólo su belleza, sino ese duende enigmático que la volvería única para posar frente a cualquier lente, capturándola para la revista Yank. Así se inició en el mundo del modelaje independiente, ganando cinco dólares la hora. Nada mal en comparación a los veinte dólares semanales por diez horas diarias en Radioplane. Alguna de esas fotografías tomadas por Conover llegarían a la Book Model Agency, que seinteresó por ella.

Marilyn pasaba meses sola y los hombres “zumbaban” a su alrededor. No pasó largo tiempo hasta que accedió a ser infiel por primera vez, a dos años y medio de matrimonio, en diciembre de 1945, con el fotógrafo André De Dienes:

No dormía con otros hombres cuando estaba casada, hasta que mi marido se fue al servicio, y después era sólo que me sentía tan sola, necesitaba tener algún tipo de compañía, de manera que a veces cedía, principalmente porque no quería estar sola.8

El resto es historia. Su divorcio de Dougherty a los veinte años la prepararía a emprender el vuelo: “Había un secreto en mí, la actuación. Era como estar en la cárcel y encontrar una puerta que decía: Salida”.

Pero el inestable ambiente del modelaje y las audiciones en espera de amarrar un contrato escasearon. Marilyn se vio en la necesidad de aceptar cualquier trabajo para poder mantenerse, o al menos ésa es la excusa que la salvó de un escándalo mediático y una restricción de contrato con la Twentieth Century–Fox, ya en 1952, cuando estalló la publicación de la sesión fotográfica para la que posó desnuda sobre terciopelo rojo en 1949. Como siempre, Marilyn recurrió a su lacrimosa historia de privaciones y abandono para ganar, también por esta vez, la simpatía del pueblo estadounidense. Ella y el estudio armaron la versión autorizada de la historia del famoso calendario:

Marilyn sugirió la posibilidad de que ella admitiera haber posado desnuda, subrayando que lo había hecho únicamente por la dura necesidad, porque no tenía dinero para pagar la renta. Esa triste historia despertaría la simpatía del público y convertiría un escándalo vergonzoso en publicidad triunfal.9

Una de esas fotografías fue comprada por un joven desconocido, Hugh Hefner. Marilyn adornó la portada de la primera edición de una nueva revista para adultos, nada menos que de Playboy, convirtiéndose en la primera playmate o sweetheart en la historia de la revista lanzada en 1953.

Con el mundo a sus pies

—Éste es el fin de mi historia como norma Jeane… Me mudé a un cuarto en Hollywood para vivir sola. Quería descubrir quién era. Pero recién cuando escribí: “Este es el fin de Norma Jeane” me ruboricé como si me hubieran pillado en una mentira. Porque esa niña triste y amargada que creció demasiado rápido casi nunca se aleja de mi corazón. Con el éxito a mi alrededor, todavía siento que son sus ojos aterrorizados los que miran por los míos. Siempre me dice: “Yo nunca viví, a mí nunca me quisieron”, y a menudo me confundo y creo que soy yo quien lo dice.10 

Ésta es Marilyn en el pináculo de la fama en 1954, presentándose ante el mundo con lo que se volvería su ya característica autoconmiseración.

Pero esa chica “triste y abandonada, que nunca vivió ni quisieron”, avanzaba sin tapujos hacia su meta: convertirse en actriz. Su primer papel protagónico fue para la película Ladies of the chorus en 1948, lanzada por los estudios Columbia.La película fue un fracaso de taquilla, por lo que se le rescindió el contrato. A pesar de eso los estudios le habían asignado una maestra de arte dramático, Natasha Lytess, inmigrante rusa, viuda y madre de una niña de cinco años.

De 1949 a 1954 Marilyn ya cuenta con un amplísimo bagaje artístico como modelo, actriz de reparto y protagonista. Su mejor año fue 1953, cuando firma contrato con la 20th Century Studios, generando grandes ganancias en taquilla. La consolidación llega cuando se estrenan ¡tres películas suyas en el mismo año! Niágara (Torrente pasional, como se le llamó en Hispanoamérica), Gentlemen prefer blondes (Los caballeros las prefieren rubias) y How to married a millonaire (Cómo casarse con un millonario).

El 14 de enero de 1954 se casa por segunda vez, pero en esa ocasión sí lo hace con plena conciencia y por decisión propia. El afortunado es un exjugador de béisbol doce años mayor que ella, divorciado y padre de un hijo. Joe DiMaggio es hijo de inmigrantes italianos, conservador, controlador y celoso, de un temperamento que hizo a Marilyn interponer la demanda de divorcio a casi nueve meses de casados, alegando “crueldad mental”.

Una relación lésbica que nunca ocultó, tal es así que cuando el actor Ted Jordan le preguntó a Marilyn si eran verdad los rumores sobre su maestra de actuación, ella le respondió: “¿Por qué no?… el sexo es algo que haces con las personas que te gustan. ¿Qué podría tener de malo un acto natural?”

Casada con DiMaggio, Marilyn realizó la película The seven year itch. Ya lo sabemos, la famosa escena de las faldas volando sobre su cabeza, dejando ver sus pantaletas a la vez que se contonea frente a cientos de fotógrafos, el detonante de los incontrolables celos de DiMaggio. Aunque debemos destacar el hecho de que Marilyn, al momento en que conoce a Joe, ella vive con su maestra de actuación, Natasha Lytess. Una relación lésbica que nunca ocultó, tal es así que cuando el actor Ted Jordan le preguntó a Marilyn si eran verdad los rumores sobre su maestra de actuación, ella le respondió: “¿Por qué no?… el sexo es algo que haces con las personas que te gustan. ¿Qué podría tener de malo un acto natural?”, versión confirmada años después por la ama de llaves, Lena Pipitone. No, para ella no tenía nada de malo, pero para su futuro marido sí. La relación de siete años entre Natasha y Marilyn llegó a su fin por intromisión de Joe, quien le ordenó: “Despídela, ya no la necesitas”. Y así lo hizo, pero por misivas y llamadas telefónicas, jamás de frente. Esa actitud indignaría en lo más profundo de su corazón a Lytess:

Ojalá tuviera una décima parte de la inteligencia de Marilyn. La verdad es que mi vida y mis sentimientos estaban en sus manos. Yo era la mayor, la maestra, pero ella conocía la profundidad de mi apego por ella y explotó esos sentimientos como solo una persona más joven y hermosa puede hacerlo. Dijo que ella era la necesitada. Por desgracia, fue al revés. Mi vida con ella fue una constante negación de mí misma,

diría Natasha poco antes de fallecer a causa del cáncer, en 1964.11

Después de la arrolladora época de éxitos durante el primer lustro de la década de los cincuenta, Marilyn continuó subiendo como la espuma. Llegaron más películas, más amantes, viajes, más admiradores y más escándalos. Todos la amaban, querían un pedacito de ella, estar con ella, aparecer junto a ella, tentar siquiera “la orla de su vestido o desatarle la correa de sus sandalias”.

Si bien Marilyn podría tener a la persona que se le diera la gana, había un hombre en especial que estuvo fuera de su alcance, al menos por unos años. Ese hombre estaba casado y con hijos. Un hombre de prestigio intelectual. No obstante, ella no se rendiría, sabría esperar. Tiempo al tiempo.

Frente al poder: utilizar y desechar

Marilyn Monroe nunca habría existido si no fuera por Reagan.
—Anna Ptaszynski

En el popular programa de podcast No Such Thing as a Fish,12 episodio 309, lanzado en febrero del 2022, la presentadora británica Anna Ptaszynski engarzó de manera muy novedosa los nombres de Ronald Reagan y Marilyn Monroe, asegurando que fue gracias a Reagan que el soldado Conover la descubrió en la fábrica Radioplane. ¿Cómo ata esos cabos Ptaszynski? Porque la persona que ordenó emprender la búsqueda de mujeres en las fábricas para apoyar el esfuerzo de guerra fue el capitán Ronald Reagan, oficial al mando del ejército de Estados Unidos. Reagan fue el creador de esa campaña.

Estatua de Marilyn en Palm Springs, California. Imagen de libre uso.

Esto no debe tomarse como una ofensa. Marilyn nació para ser una estrella. Nació con un aura y magnetismo especial. Nació con un don, un regalo divino que la destacó del resto. Era imposible que hubiera pasado inadvertida. Si bien la belleza la ayudó, serían su tesón, ambición y trabajo lo que la conducirían hacia las personas idóneas para alcanzar el éxito. Marilyn se propuso ser una actriz, su puerta de “salida” fue la actuación, así lo dijo muchas veces. Actuaba todo el tiempo, vivía inmersa en una constante ficción. Marilyn —dicho por una profesional— encaja en el desorden psiquiátrico conocido como personalidad fronteriza: “Es la frontera entre la psicosis y la neurosis, con frecuentes fluctuaciones entre ambas”:

La persona “fronteriza” suele ser emocionalmente inestable, excesivamente impulsiva y muestra al mundo una actitud que parece expansiva y activa. Suelen ser histriónicos, seductores o demasiado preocupados por la apariencia personal. El “fronterizo” depende de la aprobación externa constante, adora el aplauso, no soporta estar solo y sufre reacciones depresivas violentas ante el rechazo de otros. El “fronterizo” tiende a abusar del alcohol y de las drogas y a hacer amenazas de suicidio como gesto para obtener ayuda.13

Para sus admiradores, biógrafos y eruditos en el tema no es un secreto que ella utilizó el sexo como moneda de intercambio para lograr sus propósitos. Hablamos de una época en la que esas “propuestas indecorosas” se ocultaban debajo de la alfombra.

Cuando empecé a trabajar como modelo era parte del trabajo. Todas las chicas lo hacían. No tomaban esas fotografías tan sexis sólo para vender mantequilla de cacahuate. Querían probar la mercancía y si una no aceptaba, había 25 que sí. No era ninguna gran tragedia. El sexo nunca le dio cáncer a nadie.14

Así lo dijo Marilyn, ella siempre supo a quién concederle cierta clase de favores. Fue juiciosa en sus “afinidades selectivas”. Entre esos personajes se puede destacar, según la investigación de Summers, a tres altos ejecutivos de la Twenty Century–Fox: Ben Lyon, Joseph Schenck y Johnny Hyde.

A Lyon no le gustaba el nombre con el que la joven iniciaba su carrera, Norma Jeane Dougherty, cambiándoselo por Carole Lind, aunque tampoco terminaba por convencerlo. Como suele ocurrir con esos altos ejecutivos, la mayoría resultan casados. Lyon no fue la excepción. Su esposa, Bebe Daniels, también actriz, pronto se “encariñaría” con la incipiente actriz que su marido le presentaría, invitándola a su casa en la playa de Malibú. Ahí lograron dar con su nombre artístico:

Le dije: “Ya sé quién eres, ¡eres Marilyn! Le dije que había habido una encantadora actriz llamada Marilyn Miller y que ella me la recordaba. Marilyn dijo: “Pero, ¡y el apellido? El de mi abuela era Monroe y me gustaría conservarlo”. Yo le dije “¡Magnífico! Suena bien y dos emes deben traerte suerte”.15

Ben Lyon fue el hombre que le consiguió su primer contrato y quien le sugirió el nombre artístico por el que se le conocería en el mundo entero. Según la escritora Sheila Graham, éste había logrado acostarse con Marilyn prometiéndole el enchufe que impulsaría su carrera. Finalmente lo hizo, consiguiéndole una pequeña intervención en Dangerous years, de 1947, su debut en la pantalla grande.

Marilyn se cambió el nombre oficialmente en el año de 1956, seis años antes de su muerte, a los 36 años.

Sobre Joseph Schenk, su segundo mentor y uno de los padres fundadores de la Twentieth Century–Fox, el columnista de Hollywood James Bacon le había comentado a Summers que Marilyn le confió que

era una de las muchachas que atendían a las ya escasas necesidades sexuales de Schenk. Lo hizo ponerse muy nervioso contándole que el anciano sólo ocasionalmente conseguía una breve erección, a veces con asistencia médica. Al vivir en la casa para invitados, Marilyn estaría a mano en caso de que se presentara el feliz momento.

¿Resultado? Schenck convenció a Harry Cohn, jefe de producción de Columbia Pictures, para que le concediera un contrato por seis meses, como asegura Donald Spoto en su libro Marilyn Monroe: The Biography. Su siguiente película fue Ladies of the chorus.

Johnny Hyde tenía cincuenta y tres años, treinta más que Marilyn cuando la conoció. Además, estaba gravemente enfermo del corazón y le quedaban menos de dieciocho meses de vida. Aseguran que esos meses se los dedicó casi por completo a lograr colocar a Marilyn en una posición segura en la que no le faltara trabajo. Hyde hizo que se sometiera a una pequeña operación estética para eliminar dos manchas que tenía en el mentón. Pagó los servicios a un peluquero de cabecera que le tiñera el cabello a rubio platinado. Y según la propia Marilyn, fue él quien le sugirió se ligara las trompas de Falopio para evitar un embarazo. A finales de los años cuarenta le consiguió un contrato por siete años con la 20th Century–Fox, filmando lo más destacable en su carrera cinematográfica.

Gloria Romanoff, esposa del dueño del prestigioso y célebre Hollywood Romanoff’s Restaurant afirma que John Hyde fue muy importante en su vida. Su auténtico interés por Marilyn la conmovió profundamente. Él no la explotó en ningún sentido, como todos normalmente lo hacían.

Joseph Hyde había dejado a su esposa con el objetivo de dedicarse por completo a Marilyn. Ésta, a su vez, vivía esporádicamente con su maestra de arte dramático, Natasha Lytess. Lytess había dicho en una entrevista que Marilyn ni siquiera se molestaba en visitar a ese enfermo que había abandonado a su esposa. En diciembre de 1950 Hyde la llamó para preguntarle por Marilyn “¿Dónde está Marilyn, Natasha? He estado esperando y esperando; en toda mi vida, nunca había visto tanta crueldad, tanto egoísmo”. Después de una larga agonía Johnny Hyde muere una semana más tarde en el Hospital Lebanon Cedars.

Tal como concluye Summers, termino este apartado. La última palabra al respecto la debe tener Marilyn:

No se llega a ser una estrella acostándose con los productores. Hace falta mucho, mucho más. Sin embargo, eso ayuda. Muchas actrices consiguen su primera oportunidad por ese camino. La mayoría de los hombres son horrendos, y cualquier cosa que una pueda conseguir se la merece.16

Arthur Miller, el cornudo, el enemigo imaginario

Marilyn conoce a Arthur Miller en 1950, pero él está casado y con hijos desde 1940 con la que fue su primera novia de la adolescencia, Mary Grace Slattery.

La historia cuenta que ambos fueron invitados a una fiesta por el director Elia Kazan. Marilyn y Kazan sostienen una relación libre y sin compromiso, por lo que éste le pide a Miller que entretenga “a su chica” mientras él atiende a los demás invitados. Así lo hace, y Marilyn cae hechizada por el intelecto y sentido del humor de Miller. Él tampoco es indiferente a sus encantos, pero le atormenta el hecho de estar casado. Sabe que no es lo correcto ni sería justo para su esposa y sus hijos. Pasan cinco años en esa situación, encontrándose y comunicándose ocasionalmente. Pero ambos saben que hay algo más. Miller la mantiene a distancia y sin engaños.

Marilyn cae hechizada por el intelecto y sentido del humor de Miller. Él tampoco es indiferente a sus encantos, pero le atormenta el hecho de estar casado. Sabe que no es lo correcto ni sería justo para su esposa y sus hijos.

Es en la época del triunfo al alimón con Muerte de un viajante, escrita por Miller y dirigida por Kazan. La obra Las brujas de Salem (1953) y Panorama desde el puente (1955) conforman la carta de presentación de Miller.

Mientras, Marilyn es admirada en todo el mundo, es la actriz más cotizada, bella y joven; es ovacionada y mantiene amantes y parejas ocasionales, quiere a Miller, pero se casa con DiMaggio. (Un bello corazón de condominio que se disputaban no pocos contendientes). Al poco tiempo vemos a una compungida Marilyn, acompañada por su abogado Jerry Giesler en una rueda de prensa para anunciar el divorcio por “crueldad mental”. Miller, por su parte, también se divorcia, pero en 1956, y de inmediato se casa con Marilyn el 29 de junio.

Muchos destacan el hecho de que Marilyn accediera a convertirse al judaísmo como una prueba de amor a su esposo. Lo más cercano a la justicia debía ser cuestionárnoslo. Marilyn no profesaba religión alguna antes de eso. Tuvo traumáticos encuentros con la religión de su madre y abuela materna:

La abuela de Marilyn había sido bautizada por Aimee Semple McPherson, la fundadora de la iglesia pentecostal del Evangelio Cuadrangular. Ella se cría siete años en Hawthorne, al lado de Los Ángeles, con los Bolender, vecinos de su abuela. […] Esta familia bautista iba entonces a la Iglesia Pentecostal Unida. Marilyn iba con ellos a la escuela dominical los domingos por la mañana y los miércoles por la noche a otra reunión de la iglesia.
Su madre era de ciencia cristiana —la religión fundada por Mary Baker Eddy en el siglo XIX, que muchos confunden con cienciología—. En 1953 tiene una conversación sobre religión con la actriz Jane Russell, mientras ruedan con Howard Hawks Los caballeros las prefieren rubias: “Jane intentaba convertirme al cristianismo y yo intentaba introducirle a Freud”.17

Tan insignificante fue su conversión al judaísmo que se llamaría a sí misma “una judía atea”. Nos queda claro que para ella esa conversión no se tomó con la seriedad debida ni consideró siquiera el riesgo que pudo implicar. Por más esfuerzos que hiciera por asirse a una creencia o religión nunca lo lograría. La vena del ateísmo en Marilyn fue, quizá, lo más cercano que estuvo de la verdad cuando se describió a sí misma. Marilyn tomó a broma su conversión. Eso no implica prueba de amor alguna sino de ligereza y chabacanería.

Ana de Armas como Marilyn en Blonde, de Andrew Dominik.

No se sabe con exactitud desde cuándo el matrimonio se convirtió en un reguero de pastillas con prescripción médica, alcohol e infidelidades, reproches y severos episodios de histeria por parte de Marilyn. Ese drama vivido está magistralmente reflejado en la obra Después de la caí­da (1964). Miller escribió en sus memorias Vueltas al tiempo (1987) que la vida de Marilyn “era la interpretación de un papel que no le salí­a”, y que una de las mayores razones de su depresión fueron los abortos. Marilyn, por su parte, siempre aseguró que entre ella y Miller había un pacto, y es el hecho de que ninguno escribiría sobre el otro. Según Marilyn, quien faltó a la promesa fue Miller. Ella descubrió un borrador en el que se lee: “Dios mío, me he vuelto a casar con la misma mujer”, refiriéndose a que su primera esposa lo había desilusionado, tal como en ese momento lo hacía también Marilyn. En la pelí­cula que escribe para John Huston, The Misfits (1961), el personaje que interpreta Clark Gable —a punto ya de morir— se pregunta: “¿Puede un hombre sonreí­r cuando contempla a la mujer más triste del mundo?” Sencillamente, Marilyn no pudo soportar “tanta exposición de su vida privada”.

Ese hombre se esforzó por hacerla feliz, se esforzó en escribir para ella los personajes que le permitieran explorarse a sí misma y demostrar que podía dejar de actuar en personajes de rubia tonta y objeto sexual. Él le ofreció el espacio, la libertad; se enorgulleció de su deseo de superación del que tanto hablaba.

El matrimonio con Arthur Miller fue doloroso y muy triste. Los testimonios y pruebas fehacientes no mienten. Ese hombre se esforzó por hacerla feliz, se esforzó en escribir para ella los personajes que le permitieran explorarse a sí misma y demostrar que podía dejar de actuar en personajes de rubia tonta y objeto sexual. Él le ofreció el espacio, la libertad; se enorgulleció de su deseo de superación del que tanto hablaba. Jamás le impuso límites. La estimuló y la ayudó. Ambos sufrieron el hecho de ser padres de hijos muertos, embarazos que terminaron en abortos espontáneos, y otro al que habría de ponérsele fin por ser un embarazo ectópico. Hubo demasiado de ambos en esa relación. Demasiado sentimiento, carne y sueños rotos. Demasiados años invertidos. Marilyn le fue infiel al menos en dos ocasiones durante los seis años que duró el matrimonio. El actor Tony Curtis también escribió sus memorias, publicadas en 2009. Curtis asegura que fueron amantes, aunque ambos fueran personas casadas, durante al menos diez años de manera intermitente. Miller lo sabía, pues Marilyn les comunicó a ambos que estaba embarazada:

Yo estaba aturdido. Simplemente me quedé allí plantado. La habitación estaba tan en silencio que podían oírse los neumáticos chirriando sobre el Bulevar de Santa Monica. “Acaba la película y sal de nuestras vidas”, fue lo único que Miller le dijo a Curtis cuando éste le preguntó sobre lo que debían hacer.18

La segunda infidelidad fue con el actor francés Ives Montand, cuando filmaron Let’s make love. Marilyn estaba sumamente excitada por Montand, parecía un cachorro en celo descubriendo el estímulo de la rodilla de su amo. Pero ¡oh, decepción! Ahí estaban Signoret y Miller. Sin embargo, eso no fue obstáculo para ensayar por las noches en el bungalow del actor cuando sus respectivas parejas se ausentaron por razones de contratos laborales. Marilyn, desnuda y encaramada en tacones, enfundada solamente en un abrigo de visón, tocó a la puerta. ¿Qué hombre podría negarse? Por su parte, la esposa de Montand, Simone Signoret, enterada de todo, “y tragándose el orgullo”, la llamaría para ordenarle que dejara en paz a su marido. Cuando a su marido le preguntaron por Miss Monroe les respondió: “La considero como una niña… Nada de lo que se está diciendo va a destrozar mi matrimonio con Simone… Otra cosa es que si fuéramos solteros muy probablemente habría boda entre nosotros”.

¿Y quién consideraba a Miller?

Como un bálsamo de consuelo para el dramaturgo, en el rodaje de The Misfits conoció a la fotógrafa austriaca Inge Morath, inmigrante que huyó de los nazis para instalarse en Parí­s. Fue su tercera esposa desde 1962 hasta la muerte de ella en 2002.

Haciendo de abogada del diablo, aseguraría que no serían tanto la juventud ni los periodos de ausencia de Dougherty ni los celos de Dimaggio, tampoco la creación literaria de Miller lo que la llevaba a buscar nuevos amantes y a sabotear sus relaciones. Marilyn prometía una eterna luna de miel, pero su temperamento no encontraba asidero en las relaciones prolongadas. En cambio, si echamos un vistazo a las relaciones de sus exmaridos, podemos darnos una idea de en quién descansaba la inestabilidad. Su primer esposo, James E. Dougherty, se casó dos veces más, aunque sus matrimonios fueron duraderos. Más de 25 años en cada uno.

Joe DiMaggio, un hombre reservado y misterioso, al divorciarse de Marilyn jamás volvió a casarse ni se le conoció relación alguna. Incluso, fue a él a quien Marilyn llamó desde el hospital psiquiátrico donde fue ingresada por una crisis nerviosa en 1961 para pedirle que la sacara de allí. Fue DiMaggio quien reclamó su cuerpo y le brindó su última morada. Nunca se apartó de ella.

¿Así acaba todo?

Si encuentro en mí mismo un deseo que nada de este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo.
—C. S. Lewis, Mero cristianismo.

El 5 de agosto de 1962 Marilyn Monroe deja de existir en la tierra para existir más allá de lo inefable. Está en todos lados y en ninguna parte. Quizá ni la hora ni la fecha de su muerte sean ciertas. Quizá nada de lo que sabemos de ella sea verdad. A estas alturas es más fácil para mí, y para otros más, preguntarnos ¿quién la mató? Las razones quizá no sean tan improbables de detectar. La inestabilidad psicológica, su adicción al alcohol y a otras sustancias de prescripción médica mas sus relaciones “peligrosas” con altos funcionarios de gobierno, el acceso a información a la que pudo tener acceso fueron la probable combinación de una bomba de tiempo que en cualquier momento estallaría. El libro de Summers es muy extenso y formula sus propias teorías al respecto. Pero no hay nada concluyente.

Marilyn no fue ninguna víctima. La división de opiniones entre lo que le sucedió, así como por azares del destino y lo que ella fue capaz de provocarse bajo la responsabilidad de sus decisiones y actos. Que si fue la herencia genética, una infancia trágica o un desorden límite de la personalidad. Que si fue el imperio del patriarcado hollywoodense.

Como público y admiradora que alguna vez fui de Marilyn, alzo la voz en protesta por la forma en cómo insisten los medios de comunicación, esos creativos e intelectuales directores rapaces en hacer leña de ese árbol. Y encima se molestan por nuestra molestia: “Ahora vivimos en una época en la que es importante presentar a las mujeres como empoderadas y quieren reinventar a Marilyn Monroe como una mujer empoderada. Eso es lo que quieren ver”, dijo. “Y si no les muestras eso, les molesta”,19 dice airado el director Andrew Dominik. Se equivoca. Lo que se rechaza es que intenten tomarnos el pelo tratando de cambiar los hechos, ajustándolos a los mandatos de ideologías que sólo reditúan a los políticos de turno y toman por sorpresa a los incautos. Ingeniería social que incide en la conformación de masas y prefigura la sociedad cultural actual. Marilyn no fue ninguna víctima. La división de opiniones entre lo que le sucedió, así como por azares del destino y lo que ella fue capaz de provocarse bajo la responsabilidad de sus decisiones y actos. Que si fue la herencia genética, una infancia trágica o un desorden límite de la personalidad. Que si fue el imperio del patriarcado hollywoodense. Lo que dijo o lo que calló, ¿a quién culpar?

Pensar que el mundo es el responsable de nuestras desgracias y que los demás están en eterna deuda con nosotros no sana ni redime, no devela el misterio del sentido del sufrimiento. Podemos endurecer el corazón, volvernos sarcásticos, blasfemos. Pero, mejor aquilatemos la frase de C. S. Lewis:

Si encuentro en mí mismo un deseo que nada de este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo. Si ninguno de mis placeres terrenales lo satisface, eso no demuestra que el universo es un fraude. probablemente los placeres terrenales nunca estuvieron destinados a satisfacerlos, sino sólo a excitarlos, a sugerir lo auténtico.

Cierro este breve recuento por la vida de Marilyn con la que fuera una de sus amigas más cercanas y esposa de Milton Green, su fotógrafo de cabecera. Amy Green, de 92 años, describe enfáticamente a su amiga de la siguiente manera: “Cielo, ella nunca fue una víctima. Ni en un millón de años. Era una mujer joven y vital que amaba la vida, las fiestas y que se lo pasaba en grande”.

Frases de Marilyn, compleja y contradictoria

Si hubiera observado todas las reglas no habría llegado a ninguna parte.

No quiero volver a interpretar papeles sexys. Estoy harta de que se me conozca como la chica de las curvas.

Dijeron que yo era lesbiana. A la gente le encantan las etiquetas. A mí me hacen reír. Ninguna forma de la sexualidad es culpable cuando hay amor.

Era una gran maestra, pero se puso muy celosa de los hombres que vi. ¡Pensó que era mi esposo! —refiriéndose a su maestra de actuación, Natasha Lytess.

Mi principal carrera ahora es el matrimonio —refiriéndose a su casamiento con Joe DiMaggio.

Nunca me interesó el béisbol —confesó después de su divorcio de DiMaggio.

Miller no se habría casado conmigo si hubiera sido sólo una rubia tonta.

El cine es mi profesión, pero Arthur es mi vida.

Siempre estuve profundamente aterrorizada de ser la esposa de alguien. Porque la vida me enseñó que no se puede amar verdaderamente a otro, nunca.

La fama pasará y hasta luego fama, se acabó. Bueno, yo siempre supe que era algo muy frágil. Es algo que he probado, pero no es ahí donde vivo.

No quiero que me comprendan, quiero que me quieran. ®

Fuentes


1. Summers, Anthony. Diosa. Las vidas secretas de Marilyn Monroe, Planeta, 1986.
2. Cuando Marilyn rompió el silencio.
3. Mona Rae Miracle escribió el libro con las memorias de su madre, My sister Marilyn, publicado en junio de 1994, a cincuenta años de su primer encuentro y fecha de cumpleaños de Marilyn.
4. Documental Marilyn, Her Final Secret, 2022, dirigido por Francois Pomès. Sin fecha exacta de estreno para Latinoamérica.
5. Summers, Anthony. Diosa. Las vidas secretas de Marilyn Monroe, p. 22.
6. Ibid, p. 32.
7. Ibid, p. 31.
8. Ibid, p. 26.
9. Ibid, p. 64.
10. Ibid, p. 27.
11. Natasha Lytess ¿amiga o enemiga?
12. Cómo Ronald Reagan le dio a la estrella la oportunidad durante la Segunda Guerra Mundial
13. Dra. Valerie Shikhverg, psiquiatra consultora de varios hospitales en Nueva York. Entrevista realizada por Antony Summers en 1984.
14. Confesión de Marilyn al periodista Jaik Rosenstein en 1960. Marilyn se lo dijo fuera de libreta por la confianza de conocerse desde casi en sus inicios. Rosenstein mantuvo el “secreto” hasta la muerte de ella.
15. Summers, Anthony. Diosa. Las vidas secretas de Marilyn Monroe, p. 39
16. Ibid, p. 47.
17. José de Segovia, La torturada belleza de Marilyn, Entrelíneas, 28 de marzo de 2012.
18. Tony Curtis afirma que Marilyn Monroe perdió un hijo que esperaban, Fotogramas, 14 de agosto de 2009.
19. Andrew Dominik culpa a Blonde de la reacción violenta de los estadounidenses que quieren que Marilyn Monroe sea retratada como “mujer empoderada”. Alex Ritman, 4 de diciembre de 2022.

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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