La exposición Obviedades y hoyos negros abarca una gran parte de la producción de Luis Espiridión en casi treinta años de trayectoria, y justamente recién cumplidos los cincuenta de vida, esta excelente muestra de su trabajo funge como una merecida y completa exposición retrospectiva de media carrera.
Luis Espiridión, escultor.
Una de las características que permea como una pátina el conjunto de la obra del escultor Luis Espiridión (Guadalajara, 1964) es el manejo del sentido del humor y el guiño constante al espectador con una fina ironía tan alargada y esbelta como la silueta de sus esculturas, que recuerdan el trabajo de Alberto Giacometti, ese gran escultor de lo hiperestilizado y lo mínimo, o a las pinturas de delgadas adolescentes y figuras mutiladas del expresionista austríaco Egon Schiele.
Los intereses y las referencias de Espiridión son mucho más pop, más de la cultura de su tiempo, la era del plástico, el látex y la psicopolítica, y también la época de la globalización y homogeneización de los héroes televisivos infantiles que producen en las maquiladoras ideológicas de la fantasía occidental.
Los intereses y las referencias de Espiridión son mucho más pop, más de la cultura de su tiempo, la era del plástico, el látex y la psicopolítica, y también la época de la globalización y homogeneización de los héroes televisivos infantiles que producen en las maquiladoras ideológicas de la fantasía occidental.
¿Qué sucedería si esos héroes infantiles abandonaran su edad intemporal en la pantalla y crecieran al mismo tiempo que los niños que ven las series? Se corromperían, adquirirían vicios y su comportamiento sería el de unos adultos decadentes, como los personajes de la serie Freaky Toons cuyos títulos son suficientemente reveladores: “Porki pig”, “Micki Mouse transexual”, “Pato Donald neurótico en cocaína”, “Betty Boop anoréxica” y “Minnie Mouse prostituta”. Una sana venganza a ese universo ñoño.
En ese tenor crítico Espiridión aborda la serie Decadencia, cinco piezas (bronces y resinas) que representan ninfas con figura humana sin cabeza ni brazos, sólo torsos con los que se da la actitud y la idea de que son cuerpos únicamente. Esta serie alude a la cosificación de la mujer y muestra el cuerpo como un objeto de compra–venta; una crítica hacia esos comportamientos mercantilistas que impregnan las relaciones personales contemporáneas.
En la instalación “Implantación”, una intervención en el espacio con más de 25 piezas de resina esparcidas en arena, vuelve a la carga con la comparación de los implantes de senos, tan de moda y tan artificiales, y las minas antipersonales, aludiendo al peligro de que unos y otras exploten, y llevando la analogía al terreno de las relaciones personales, donde un pequeño estallido puede convertir el terreno del amor en un campo de batalla entre géneros, como apuntan las dos pistolas–falo con su presencia.
La instalación escultórica “Almas”, el esqueleto simbólico de la exposición Obviedades y hoyos negros, es un ejemplo de la conexión de arte y realidad en la obra de este artista. Aunque en este caso la realidad no aluda a la ficción televisiva sino al horror del presente que vive México. Esta instalación se compone de 22 esculturas (bronces y resinas) y que luego, untadas de óleo, se imprimieron sobre manta cruda, frente y revés, dando un total de 44 imágenes. Pero una de las impresiones se perdió, quedando 43, el mismo número de estudiantes normalistas desaparecidos el pasado mes de septiembre en Ayotzinapa, Guerrero. Las impresiones de la tela al óleo al contacto directo con el cuerpo de las esculturas, a modo de sudario y macabro homenaje, en un proceso de difuminado de los límites entre un género y otro, aluden a la falsa dicotomía entre lo individual y lo colectivo, lo uno y lo múltiple, y como a su vez cada Uno representa al Todo, del patrón a la disolución en lo social.
La serie “Espiridión & Friends” engloba un conjunto de piezas representativas de distintas épocas de producción del artista. A título testimonial Luis Espiridión presenta su primer bronce realizado en 1986, “Concierto de sintetizador y bajo”, y expuesto en el Instituto Cabañas cuando era alumno de ese centro. El resto de las piezas muestran este mundo dislocado y salpicado de ironía en el que aparecen nadadoras con tacones y ángeles de alas rotas, atletas que, más que en competencia, parece que están a punto de huir o una contrastada pareja de bronces, anoréxica y bulímica, que aluden a la problemática de los trastornos compulsivos. En los bloques de resina que encierran collages y objetos Espiridión propone una arqueología de los polímeros y el látex, amalgama térmica de la narrativa de un tiempo encapsulado.
Por último, la instalación monumental escultórica “Chivote expiatorio” es un comentario irónico a ciertos estereotipos que definen la esencia tapatía, el equipo de las Chivas, la birria, el templo del Expiatorio, y su vez alude a esa figura que paga sin deberlo por las culpas de todos. Esta intervención está realizada ex profeso para esta muestra en el ex Convento del Carmen y sus magníficos espacios, aunque el “Chivote expiatorio” en realidad lo que quisiera es escapar de su condición y atravesar las paredes.
La exposición Obviedades y hoyos negros abarca una gran parte de la producción de Luis Espiridión en casi treinta años de trayectoria, y justamente recién cumplidos los cincuenta de vida, esta excelente muestra de su trabajo funge como una merecida y completa exposición retrospectiva de media carrera. Lo que en realidad significa que lo mejor está por venir. ®
Inauguración: 12 de diciembre de 2014, 20 hs.
Charla previa con el artista, el curador, Rubén Bonet, y la coordinadora de Artes Visuales, Mónica Ashida, a las 19 hs.
Clausura: 22 de febrero de 2015.
Avenida Juárez 638, Guadalajara, Jalisco.
Tel. (33)3030 1350, 3030 1355.
Curador y textos de la muestra, Rubén Bonet: [email protected]
Coordinadora Artes Visuales, Mónica Ashida: [email protected]
