LA DERECHA EN ESTADOS UNIDOS

Una breve radiografía

Las posturas conceptuales o ideológicas respecto de los asuntos políticos, sociales, culturales y económicos en Estados Unidos que se consideran de izquierda en ese país, tal vez en gran parte del conjunto de los países del orbe tengan aún cabida dentro de los linderos de la derecha.

La suprema corte de justicia estadounidense

Consideremos que el quehacer en los ámbitos de la vida pública y privada en Estados Unidos gira alrededor de dos nociones conceptuales inamovibles e innegociables desde la fundación del país: el individualismo y la propiedad privada. El primero de ellos, considerado preeminente sobre la colectividad y el Estado, ubica como su epicentro al sujeto humano y su dignidad intrínseca, desconociendo que entes colectivos puedan ser considerados individuos. Lo curioso es que esa individualidad se niega al ente si es de carácter público, ya que las empresas y corporaciones privadas sí son consideradas unidades con prerrogativas propias del individuo. Como ejemplo se encuentra la reciente decisión de la Corte Suprema de considerar que las limitantes establecidas a las corporaciones privadas para las contribuciones monetarias que éstas efectúan para apoyar las campañas políticas viola el derecho de libre expresión con el que cuentan.

La segunda noción —de un carácter que puede considerarse sacro— tiene por supuesto una relación directa con la primera, y rara vez es abordada en las discusiones de la vida pública del país por ser aceptada en la conciencia colectiva como uno de los presupuestos esenciales de la razón de ser de la nación estadunidense.

Aunado a las dos nociones citadas se debe considerar un tercer elemento que, si bien en esta época no tiene la calidad de inamovible e innegociable, resultó fundamental en la formación del carácter de la nación. Es la creencia a partir del Estado de un Ser Superior, de Dios, pero el que es plasmado específicamente desde la tradición judeocristiana. Y aunque los padres fundadores del país hicieron énfasis en el reconocimiento legal y social de la libertad de religión, se debe precisar que esa libertad de religión se refería a la “libertad de denominación” dentro del mismo sistema religioso judeocristiano. Debido a esta tradición —no sólo por causa del 9-11—, hoy en día es común observar poca tolerancia intelectual y social a la profesión de le fe musulmana, por citar el ejemplo más común.

Y aunque los padres fundadores del país hicieron énfasis en el reconocimiento legal y social de la libertad de religión, se debe precisar que esa libertad de religión se refería a la “libertad de denominación” dentro del mismo sistema religioso judeocristiano.

Es sólo a partir de la base fundacional antes descrita como se puede intentar delinear a la derecha de Estados Unidos. Ese perfil se puede efectuar considerando el grado de acentuación otorgado a las nociones conceptuales arriba citadas. Es decir, la exacerbación del individualismo al punto de establecer que la búsqueda del lucro personal o corporativo es una incitación natural que propaga el bien común. Recordemos que el individualismo fue el fundamento del advenimiento de la primera generación de derechos humanos, y que a partir de esta posición ideológica fue que se otorgó al concepto de “dignidad humana” la primacía que le corresponde. El problema es su extremismo capitalista, al llegar al grado de creer fehacientemente que la persecución y consecución del bienestar personal provocan por sí mismos la consecución del bien colectivo.

Además de esta cuestión de principios, para ubicar a la derecha estadounidense es menester observar las batallas políticas y mediáticas, de la denominada “guerra cultural”, una lucha de los que se llaman conservadores —derecha— contra los que se consideran liberales —izquierda. La guerra se produce al tener como objeto, cada facción, intentar imponer en el nivel legal su visión u opinión respecto de ciertos aspectos de la convivencia social.

De esas batallas se podrían destacar cuatro: aborto; los derechos de los homosexuales; el control de armas de fuego y el debate del fenómeno de la inmigración —más que nada, indocumentada. Asimismo, quizá en un menor grado se efectúa una batalla sobre el nivel de intervención del Estado en la economía: mayor o menor/nula regulación empresarial y financiera; mayor o menor imposición de impuestos al ciudadano, entre otras cosas.

Es importante hacer notar que tales batallas se realizan sobre todo entre políticos y comentaristas, quienes cuentan con espacios en los medios de comunicación, por lo que la primera impresión podría ser que el pueblo en su totalidad participa en la guerra cultural. No obstante, como propone Morris P. Fiorina en su libro Culture War?, es posible advertir que la población no se encuentra tan dividida como se podría pensar a partir de las contiendas retóricas —y los dimes y diretes—, espetados entre los que ocupan los espacios en los medios de comunicación.

Es pues a partir de los temas mencionados, el modo de abordarlos y la postura respecto de ellos en los diferentes ámbitos de la vida pública y privada estadounidense como se puede delinear de manera muy general lo que es la derecha en Estados Unidos. Las posturas en estos asuntos son de sobra conocidas, por lo que las menciono de manera muy somera.

Sobre el aborto provocado, la derecha piensa que la existencia de una vida humana en potencia merece la protección legal necesaria, y el individuo que efectúe acciones para coartar el nacimiento de esa vida comete un crimen. Incluso, muchos consideran que la vida humana empieza desde la concepción, antes de la formación del feto, por lo que la interrupción del embarazo es un crimen equiparable al homicidio. Los que se consideran de izquierda, independientemente de si practicarían o no el aborto en sus vidas personales, creen que el derecho a abortar es una cuestión que corresponde al ámbito moral de las personas, y no es deber del Estado criminalizarlo.

En lo que respecta a la homosexualidad, el debate se ha centrado en el derecho a contraer matrimonio. Los de derecha consideran que es un contrato establecido por el Estado únicamente para ser efectuado por dos personas de sexos contrarios con base en el amor erótico y filial. Para ellos, primordialmente es un pacto de los contrayentes ante Dios con el objeto de formar una familia. Y Dios creó hombres y mujeres, por lo que los matrimonios homosexuales son contra lo establecido divinamente, y en este sentido el Estado no debe de ir en contra de tal orden de cosas. Los de izquierda pueden estar o no de acuerdo respecto del carácter sacrosanto del matrimonio entre un hombre y una mujer, pero consideran que eso se debe mantener en el ámbito privado, por lo que no es función del Estado imponer tales visiones; al contrario, debe de regular las conductas practicadas en la sociedad para establecer claramente los derechos y las obligaciones correspondientes. Al fin y al cabo, la creencia en Dios y la salvación eterna es personal.

El derecho de poseer armas de fuego de parte de los ciudadanos podría ser el tema que menos matices contiene dentro de la guerra cultural, ya que el debate se cierne en la necesidad o no de imponer mayores controles para la adquisición y posesión de aquéllas. No hay discusión sobre la prerrogativa establecida constitucionalmente de poseer armas de fuego (interpretada por la derecha en su máxima extensión). No obstante, no importa la posible correlación que podría existir entre los índices de posesión privada de armas de fuego con los índices de homicidios y suicidios en diversas partes del mundo.

Exigen que los inmigrantes que arriben al país lo hagan de acuerdo con ciertos canales legales y administrativos. El problema es que esos canales no existen. En este tema la derecha estadounidense carece del pragmatismo que sí poseen los liberales.

Tocante al tema de la inmigración, la negativa de la derecha estadounidense de aceptar índices considerables de inmigrantes al país es franca, no se diga en cuanto a la inmigración indocumentada. Exigen que los inmigrantes que arriben al país lo hagan de acuerdo con ciertos canales legales y administrativos. El problema es que esos canales no existen. En este tema la derecha estadounidense carece del pragmatismo que sí poseen los liberales.

De manera muy general se puede decir que en Estados Unidos un individuo —político, comentarista o ciudadano— que exacerba el individualismo, sobre todo económico, al grado de afectar negativamente a la colectividad; que está a favor de la prohibición y criminalización del aborto a partir del Estado; que considera que el Estado debe regular los matrimonios con base en lo establecido en la concepción religiosa dominante; que no admite discusión sobre su derecho a poseer armas de fuego —en cualquier cantidad y calibres—, y que omite consideraciones pragmáticas en el tema de la inmigración indocumentada es, en Estados Unidos, de derecha.
Llama la atención del que suscribe respecto del primer asunto —el individualismo capitalista extremo— que no sea considerado uno de los debates, al menos principales, de la guerra cultural. Un simple ejemplo de la existencia del Estado en función de la actividad privada es la labor coordinada de los tres poderes de gobierno respecto de la manera de cómo se afronta el crimen: primero el Poder Legislativo no sólo aumenta los tiempos de las penas privativas de libertad respecto de ciertos delitos, sino que además “inventa” o crea otros nuevos —la reciente criminalización de las violaciones migratorias, la ley de los tres strikes en 24 estados, los 59 nuevos delitos creado en Texas tan sólo en 2009, entre otros casos. En el mismo tenor, el Poder Ejecutivo otorga concesiones a corporaciones privadas para la reclusión y “rehabilitación” de los individuos sospechosos o ya declarados culpables de los delitos creados o cuyas penas fueron aumentadas por el Legislativo. Y bueno, el Poder Judicial, completamente atado de manos, declarando culpables a los sospechosos y endilgando las penas privativas de libertad correspondientes. El resultado: las corporaciones privadas de reclusión lucran con la libertad de las personas, a costa del Estado y en perjuicio del bien común, hasta por las faltas mínimas. ®

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Publicado en: Destacados, Enero 2011, La derecha

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  1. la verdad es una .en un pais anglosajon no se puede jugar con las cosas de ellos,jamas ellos van a dar a torcer su histroa esa es la realidad,que en unos años ellos cambiaron es solo por politica de engaño que ofrece una cosa pero que por debajo de la mesa se hacen otras cosas que no va deacuerdo a esas mejoras,en fin estados unidos,sera el mimso de siempre y pienso que sera mas precfecto en las medidas que se van a tomar en esta decada que se aproxima,pienso que los cuidadanos que no son de ese pais y personas que no son de su identidad deben buscar sus paises o buscar lugares donde puedan estar mas acorde a sus raises.por que las cosas no son regaladas

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