Los límites de la pureza

Los motivos del lobo, de Sergio Magaña

Esta composición dramática, de 1965, surge a consecuencia de una nota periodística que aparece en los años cincuenta: un hombre mantiene en un encierro forzoso a su familia durante casi veinte años. Ese hecho “patético” movió profusamente a intelectuales de la época, tanto para que Luis Spota escribiera La carcajada del gato, Arturo Ripstein filmara El castillo de la pureza y Sergio Magaña culminara el ternario con Los motivos del lobo.

A continuación presento un espontáneo análisis en torno a una cuestión que sigue vigente: ¿cuáles son los límites del puritanismo?

Escena de Los motivos del lobo

1. Sinopsis. Martín Guolfe es un hombre como cualquier otro, pero una confidencia acalla al otro lado del portón en que vive: la familia que con tanto empeño ha mantenido en un aislamiento perenne está a punto de contaminarse con el mal respirable que hay en el mundo exterior. Ignora que Lucero ha salido en más de una ocasión para ver a una tal señora Maud; el idilio de Libertad por la tortura; el plano sentimental que Fortaleza sostenía con Lucero; esa maldad (¿producto de la pureza) que repercutirá en la inocencia de Azul y el temor de Eloísa Donojú por que sus vástagos se conviertan en algo que ella permitió crecer hacía diecisiete años. Ellos conocen lo que está en el otro lado por medio de novelones: Los miserables, Monja y casada, virgen y mártir, Los Pardaillan… Solamente el lobo, por instinto, conoce los motivos que lo orillaron a hacerlo, y eso será lo que lo conduzca hacia un círculo vital.

2. Caracteres. Martín Guolfe cree necesario mantener en cautiverio a todos los miembros de la familia por “seguridad”, pero eso es apenas el carácter (ethos1)que originará una catástrofe. Los otros, a forzosa voluntad, seguirán las reglas que él impone; sólo Lucero rompe con ellas sabiendo a lo que se atiene: la furia de Martín Guolfe a límites extremosos.

3. Ideas o pensamiento. Eloísa tiene noción del porqué están encerrados en esa casona, pero no sabe cuándo terminará el encadenamiento que es el pensamiento mismo; Martín Guolfe está orgulloso de haberles puesto nombres simbólicos a sus lobatos porque desea esas cualidades en ellos, pero su ceguera (harmatía2) le impide mirar que la “inocencia” no es conveniente en una higuera que él mismo, con sus propias manos, ha materializado; Libertad piensa que lo que hace repercute en lo más mínimo, pues la palabra “repercutir” no existe en esa ficción que resulta ser la realidad en la que vive; Azul está en el mundo que le ofrecen los demás miembros de la familia, que es lo contrario a Libertad, que ofrece la verdad pura que se puede ver entrelíneas en los novelones pero nadie más ve: lo sublime que expurgará a cada uno de la familia en cualquier momento. Fortaleza y Lucero no ven que cometieron incesto ni que Martín Guolfe comete lo mismo con Libertad; están hartos de vivir en el encierro así como de la cotidianeidad que los encierra en la pureza.

4. Lenguaje. El único medio por el que pueden imaginarse el exterior son los novelones. Es por eso que el lenguaje es anacrónico en gran parte de los diálogos. Libertad: ¡Pardiez, pardiez! ¡Qué ojos tiene! Vente conmigo, Azul, a que te ponga los zapatos.

5. Música. El contraste se produce con los silencios estando en la casona y los sonidos profanos que se producen allá afuera; pronto el interior se contagia de una canción (exterior) que Lucero canta. ¿Qué hace? Imitando lo que hacen los otros por placer.

6. Espectáculo. Fuera de la parte literaria, se encuentra este apartado que, a pesar de que Aristóteles lo creía inferior con respecto a los anteriores elementos constitutivos de la tragedia, está presente en Los motivos del lobo. Libertad: (Contentísima.) ¡Quiero bailar contigo, Azul! Toca tu tambor. Nos va a llegar un nuevo monstruo. Grita: uno, dos y… Libertad y Azul: (Juntos.) Ataraca pakachú, katachí… ¡Katachí mer! Fortaleza: (Entrando al juego.) Kotachí kor (Negando con la mano.) Tirolé. Libertad: (Asintiendo.) Proco, proco.

Las acciones dramáticas son dignas, esto es, elevan la inocencia puesta en las actitudes de los miembros de la familia, lo que llevará, eventualmente, a la fatalidad. El ordenamiento de éstas es lógico. También son simultáneas, lo que quiere decir que están en continuo in crescendo y cada una será la causa de otra.

La virtud que en los miembros de la familia recae es la castidad mental, encartando a Martín Guolfe y Lucero aunque conozcan el exterior, pues no hay una correlación total con las personas que viven en ese lugar. Esto hace que todos los miembros de la familia no sean iguales a los demás (no están en circunstancias que rodean a los demás, pero corren en una línea temporal que les afecta) o peores (están en un plano ideal donde todo lo que hacen no tiene otro significado que lo correcto).

Las acciones dramáticas son dignas, esto es, elevan la inocencia puesta en las actitudes de los miembros de la familia, lo que llevará, eventualmente, a la fatalidad. El ordenamiento de éstas es lógico. También son simultáneas, lo que quiere decir que están en continuo in crescendo y cada una será la causa de otra.

Sergio Magaña utiliza la metáfora pura y algunas otras figuras para aclarar lo que está por suceder en escena. Esto Aristóteles lo pone como la verosimilitud de lo que se está hablando. Libertad y Azul: (Al unísono jugando en el patio) ¡Nosotros los prisioneros!

En cuanto a la estructura, amplitud adecuada; separación en la composición: Dos actos. En el acto uno se presenta un solo cuadro, mientras que en el segundo se separa por la mitad: cuadro uno y cuadro dos. En el primer acto las acciones ocuparon el lugar en que los antecedentes dejan verse; en el segundo acto los antecedentes se encargan de mantener al tanto lo que ocurre en escena, pero además se descubren unas cuantas cosas que al final se aclaran, o por lo menos se sabe cómo acabarán en torno a todo el asunto.

Unidad en la trama. Las acciones se aglomeran para formar un todo que es coherente conforme ésta va avanzando. Se mantiene en este estado porque las acciones están construidas para que ninguna sea revocada sin que cause un efecto en toda la trama.

La utópica felicidad (estabilidad) en la que se encuentran no es una perversión; procura seguir así, mas el paralelismo emocional se torna hostil, reacciona en particular con los elementos “externos”; los caracteres internos se promulgan y, por lo consiguiente, se produce un reconocimiento: la felicidad utópica se convierte en la felicidad “racional” por conocer la realidad al entrever los mundos alearse.

La determinación con la que Martín Guolfe toma el hado que vendrá por él, sólo en un animal (el lobo) con instinto de supervivencia no desiste en su ataque; se mantiene con su manada (comparten esa ambición), pero cuando ésta se vuelve en contra, dejándolo a merced de la presa que juntos cazarían, es inevitable su muerte. El hambre interviene (de lo contrario huiría), por eso se queda y hace lo posible por contrarrestar el final. ®

Notas

1 La regulación en el comportamiento del hombre.

2 Error fatal que comete el “héroe trágico” en la trama.

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Publicado en: Abril 2011, Artes escénicas

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