La memoria que exonera

En el mar de tu nombre, de Carlos Sánchez

En el mar de tu nombre es un viaje iniciático en pos de una hija que se nos revela como el propio mar, permanente y terco, donde se cruzan seres dotados de gran riqueza interior, algunos tan breves como fragmentos de la ruta, moradores en trenes de carga…

Carlos Sánchez. Fotografía: Joel García/Nitro/Press.

Es Carlos Sánchez un declarado escritor devoto de la tristeza. Su obra, como él mismo, suele tener la voz suave de la aflicción, a veces rajada en tenues emociones, la mirada profunda de la melancolía y un andar que no apresura esas vanas esperanzas complacientes con las que a menudo se nutre la literatura.

Su obra ha persistido en ser hechizada por las sombras, iluminada desde las sombras, profundizando en las cabezas y las almas de personajes, paisajes y acontecimientos a través de la magia vulnerable de las sombras.

Desde aquellos relatos de marginalidad, sordidez y gente desplazada en la mancha urbana de un Hermosillo postergado, casi olvidado, en un libro como La Ciudad del Soul, hasta la agonía y la memoria herida de las cárceles en Matar, la realidad, la auténtica realidad, la que preferimos no mirar, desde esas cuartillas ha tenido como costumbre invadirnos, desgarrarnos, descolocarnos, y quizás hasta la odiaríamos de no ser porque todo llega flotando en un río de arte poética, o dependiendo de la época del año, a lomos del viento en un vado seco que surca las venas de la ciudad.

Así ha sido, y probablemente así seguirá siendo en la obra de Carlos Sánchez, aunque puede que de vez en cuando algunas de sus obras, sin perder esa esencia de lo punzante, se rebelen a su propio autor y se nieguen a lucir demasiado pesimistas. Ésta es una de ellas.

En el mar de tu nombre (Nitro/Press, 2021) es una novela en la que la belleza se le escapa al pesimismo, donde las desventuras cotidianas derivan en un inevitable bálsamo de esperanza.

El recorrido del protagonista por paisajes recónditos del desierto sonorense, por pueblos y personajes de puro aliento regional, reales y auténticos como es usual en este autor, esta vez impacta también por su tibieza subyacente, por la aceptación de esa otra parte de la vida que también existe, la que suda expectativas y ¿por qué no?, certidumbres.

Las tragedias son parte de la vida, pero también lo que sobrevive de ellas, y he aquí que a un personaje central, contado en primera persona, también lo mueve el amor, la espiritualidad matizada de metáfora, ese amor que trasciende cualquier plano material y se expande por la inmensidad de un destino que, como los ríos, también se dirige en dirección al mar.

En el mar de tu nombre es una novela hermosa, sin que ello resulte un adjetivo condescendiente o maquille pasajes de miseria y precariedad para ofrecer en su lugar una versión artificial de la vida. Quizás se trate de esa luz implacable de Sonora, el caso es que la belleza misma penetra cada renglón de la rica narrativa como si se tratase de los rayos rebeldes del sol noroestino peleando con las densas sombras de un legado nostálgico, apesadumbrado, inevitable.

Las tragedias son parte de la vida, pero también lo que sobrevive de ellas, y he aquí que a un personaje central, contado en primera persona, también lo mueve el amor, la espiritualidad matizada de metáfora, ese amor que trasciende cualquier plano material y se expande por la inmensidad de un destino que, como los ríos, también se dirige en dirección al mar. Es un viaje iniciático en pos de una hija, o del recuerdo de una hija —junto con otras tantas memorias que van y vienen sin cronología específica— que se nos revela como el propio mar, permanente y terco, donde se cruzan seres dotados de gran riqueza interior, algunos tan breves como fragmentos de la ruta, moradores en trenes de carga, centroamericanos mutantes o soldados impredecibles; otros más allegados, como la mesera Brígida que lo recibe y lo socorre, compartiendo porciones de su sencillo mundo con una empatía conmovedora que compensa la indefensión total de un viajero sin dinero y sin posesiones, como los “ojos dulcemente tristes de Ismelda”, como el mecánico artesano que inyecta la obsesión por el poeta Abigael Bohórquez o la señora del vestido, viuda del capitán náufrago.

Tampoco queda mucho margen a la insípida compasión del lector, a la mirada lastimera desde la habitación climatizada en nuestra habitual conformidad. El autor no cae en la poetización de la miseria, por el contrario, hace que brote poesía desde lo más simple, desde lo más esencial. No se regodea en la recreación de ficciones deprimentes sobre las clases más desposeídas, más bien revela las porciones encantadoras de una clase social sobreviviente, tenaz. Tal parece que —como en sus textos inspirados en relatos de prisioneros con los que convivió y compartió talleres de creación literaria— Carlos Sánchez hubiese pasado meses viajando sin un centavo sobre trenes y carcachas, conviviendo con migrantes y empapándose de sus anécdotas, durmiendo bajo la banca de una plaza en Altar y pidiendo raite en alguna carretera polvorienta. Así de creíble y cercanamente conmovedor resulta todo lo que aquí se cuenta.

La tristeza vuelta fe, la tristeza como antesala de la esperanza, de una suerte de felicidad cómplice que trasciende al propio infortunio y nos deja en las manos un evento de regocijo, no sólo literario, sino también filosófico.

Muchas presencias convergen en la mixtura de memorias que, al desembocar en el horizonte marítimo de Puerto Peñasco, finalmente comprendemos que ya no importa si se trató de una peregrinación en homenaje a sus finados, una revelación mística de espíritus revelados o el fruto alucinado de una mente perturbada que abandonó su medicación. Se trata, sin regodeos, del “punto de unión entre ella y tú, yo y ella, tú y nosotros”, el punto que refuerza aquella locación en medio del mar —de la mar—, esa noción de alivio, de propósito hallado en la convergencia de almas que habitan —finalmente en paz— un espacio material, pero también más allá de él. Porque “sólo la memoria exonera a veces la aflicción”. ®

Palabras leídas en la presentación de la novela En el mar de tu nombre, de Carlos Sánchez, el 24 de julio de 2021 en Casa Madrid, Hermosillo.

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Publicado en: Libros y autores

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