El aborto y Jairo, el crítico abortado

Albarrán desbarrancado

Albarrán es parte de la corte mediática del presidente López Obrador. Así que también terminó como defensor “quinceañero” de un priista reaccionario. Y como el bufón bufonea a diario, su oferta de estupideces es tremenda.

El crítico abortado.

¿Sería Jairo Calixto Albarrán un periodista crítico si AMLO no fuera presidente? Sí, no cabe duda. ¿Sería un buen crítico? No, y en ese caso hasta podría ser peor de lo que era. Eso lo explica su historia. Porque, vistos en contraste sus pasados y presente, resulta que el Jairo crítico es un ser parcial, fragmentario, simulador, agazapado u oportunista, y siempre muy superficial. Los mismos adjetivos los comparte el Jairo edecán, uno de los promotores cómicos del partido obradorista.

Algunos participantes de la llamada discusión pública son siempre críticos y no partidistas; no es el caso de Albarrán, a quien caracteriza un humor bastante bobo. Sus boberías lingüísticas, que se han repetido como automatismo formal por demasiados años y han envejecido mal, sirvieron primero para esconder una mente política poco densa y después para dejarla en evidencia; mientras Jairo envejece —y engorda, ya casi parece rico dibujado por El Fisgón—, su mecanismo columnístico no cambia, no cambia pero se vuelve viejo con él, y, como es evidente, aquellas boberías sirven hoy para defender al poder —y para que el banal crítico de la crítica cobre sus mayores cheques.

Un modo de demostrar que se es Crítico es criticar sin partidismo ni corrupción todo lo que sea criticable en público con hechos y razón; otro es criticar sin encargo ni consigna a todos los partidos gobernantes, cuando esté justificado.

Albarrán, protegido de Carlos Marín, no fue un gran crítico ni un crítico cabal que se rompió y echó a perder. Es un periodista simplón, uno que no se graduó de crítico, que no terminó de desarrollarse como tal, que no creció ni se completó, ni maduró ni mejoró siquiera. Visto de otro ángulo, es el famoso buey atorado en la barranca. Un modo de demostrar que se es Crítico es criticar sin partidismo ni corrupción todo lo que sea criticable en público con hechos y razón; otro es criticar sin encargo ni consigna a todos los partidos gobernantes, cuando esté justificado; Jairo Calixto Albarrán no puede ni quiere lograrlo: no es y no fue Crítico. No llegó a serlo y no puede serlo ya. La oportunidad se perdió junto con este sexenio.

Jairo es un aborto de La Crítica periodística mexicana.

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Terminó de bufón vacío. O empezó a bufonear con su protector —a su vez protector de otros gobiernos— y se redondeó y estacionó como bufón bajo el poder de AMLO. Ahí encontró la corte perfecta. Albarrán, efectivamente, es parte de la corte mediática del presidente López Obrador. Así que también terminó como defensor “quinceañero” de un priista reaccionario. Y como el bufón bufonea a diario, su oferta de estupideces es tremenda. El buffet bufonesco incluye obras maestras de la torpeza. Como ejemplo.

Un Albarrán en el barranco.

El obradorismo es una propaganda tan extrema que toca al mismo tiempo la mentira y la ceguera. Como dije en otro lado, en esas filas cada vez resulta más complicado saber quién es originalmente idiota, quién se ha vuelto idiota estos años o quién sólo está cobrando por un trabajo que lo hace parecer idiota.

Y es que quien tiene ideas/creencias como las de Lilly Téllez es el reyecito del bufón. Como ella, López Obrador no está a favor del aborto. Jairo pinta a la oposición como un monolito absolutamente distinto del presidente, sin embargo, el presidente verdadero se parece a una parte de la oposición. Albarrán se ha perdido en sus arranques anticrítica: el político por el que se inmola en realidad está en contra de lo que Jairo implica que está a favor. Sobre aborto, AMLO es en el fondo como el promedio panista, no sólo como la exmorenista Téllez, e incluso como Javier Milei, con quien también coincide en que no se deben subir ni crear impuestos; la diferencia es que el jefe de Albarrán se opone con toda la hipocresía de la que es capaz y aquellos panistas y el desquiciado argentino se oponen con franqueza. No es toda la estupidez del jaireado reclamo a Gálvez… Esta precandidata presidencial sí ha estado a favor de la legalización del aborto, como se puede ver aquí, y no debería arrepentirse ni esconderlo; así como algunos de sus críticos y opositores siempre la hemos propuesto, AMLO jamás ha dicho ni hecho nada a favor de esa legalización progresista. Pero a él, al señor presidente de su sueño, Jairo no le hace el menor reclamo, ni airado ni leve.

Se contradice. Pero hace su chamba. Se dobla, se inclina, babea, escupe y, de nuevo por lo viejo del Peje, se contradice. Claro que se desbarranca al atacar a Gálvez y Téllez —no como cuando estaba en Morena, claro—, por el solo hecho de hacerlo callando sobre AMLO.

Si es progresista, no debería defender a este político, pero lo defiende. Se contradice. Pero hace su chamba. Se dobla, se inclina, babea, escupe y, de nuevo por lo viejo del Peje, se contradice. Claro que se desbarranca al atacar a Gálvez y Téllez —no como cuando estaba en Morena, claro—, por el solo hecho de hacerlo callando sobre AMLO. ¿Por qué lo protege? ¿Por qué si no está a favor del aborto que, se supone, sí defiende el columnista? ¿Por qué si López Obrador coincide con la “Lilly” de la realidad y con la Xóchitl de su imaginación? Albarrán no es Crítico sino obradorista, pero ¿lo es por tonto o también por corrupto? Hay muchas formas de corrupción. ¿Sólo es torpe o también se transformó en avaro? Lo que afirmo es que son reales su tontería y su torpeza, como se ve en lo que tuitea.

Pobre Jairo…

El obradorismo y sus bien formalizados chayotes lo han puesto a parir ataques. Ataques sin mayor sentido. Ya no se da cuenta de los tuits y otros lances que le serían más contraproducentes. No puede presentar ni una sola —ni una sola— declaración de López Obrador a favor del aborto, pero aun así no se calla. No puede lo primero porque AMLO está en contra, no puede lo segundo porque está comprometido con el presidente. Jairo repite mentiras estúpidamente, nosotros repitamos críticamente la verdad: López Obrador no dice en público nada contrario al aborto pero sólo porque es un conservador cobarde: no se atreve a reconocer su conservadurismo antiaborto, y lo cierto es que tampoco dice nada a favor, ni hace nada a favor, por lo que termina haciendo en contra. En 2021 la Suprema Corte de Justicia fincó constitucionalmente la despenalización del aborto a escala nacional y ha insistido en el deber legislativo de legalizar/regular el aborto en todo el país. No lo ordenó AMLO. Es un desarrollo del Tribunal Constitucional, de la Suprema Corte que odian el presidente–reyecito y su pequeña corte. ¿Él dijo algo desde su poder? No. ¿Apoyó la decisión desde “la mañanera”? No. Contradice a Jairo. Su mismo dios refuta el tuit que cuestionamos y otros anteriores:

Morderse la lengua…

Pero Jairo, idiotizado de una forma u otra, no puede quedarse callado. Se muerde la lengua, en 2021, en 2023, cuando sea. Por obradorismo repite una y mil veces el mismo ataque a los que inventa como distintos de AMLO. En más de un aspecto no lo son. Ese ataque debería incluir a López Obrador, si el atacante fuera serio… Pero Albarrán no lo es, y no aprende. Lo único que hace es escupir y también escupe al cielo. Nada puede sacar a ese buey de su barranca.

Una vez más, Jairo: López Obrador guarda silencio sobre el aborto porque tiene que hacerlo, porque él no hizo ni hace ni hará nada a favor, ni siquiera ha dicho nada en ese sentido y menos podría decirlo ahora, dada su campaña contra la Suprema Corte, aunque sus propagandistas no recuerden o no entiendan.

Además, Albarrán ignora que el aborto no se legalizó en la capital mexicana durante el gobierno de AMLO sino en el de Rosario Robles, tal y como el “matrimonio gay” no fue legalizado en ese gobierno local obradorista sino en el de Marcelo Ebrard. López Obrador, como jefe de gobierno, no propuso legalizar el aborto, ni lo defendió, ni dijo nada. Lo rechazó bajo sus formas retóricas. ¿Qué sí hizo gobernando el Distrito Federal? Además de vetar las “sociedades de convivencia”, rechazar y obstaculizar los primeros esfuerzos democráticos de transparencia, consolidar una relación con la jerarquía católica y con Carlos Slim, fingir consultas populares, entre otras cosas.

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No soltemos al farsante Jairo y su estupidez tuitera, insistamos, nunca olvidemos: rechazar hipócritamente el aborto es la política personal de AMLO; legalizarlo es la política progresista que él no sigue, que nunca ha usado, que jamás ha defendido. Esta legalización no es una cosa menor y por eso hay que reivindicarla progresistamente fuera de círculos de activistas feministas. El rechazo de AMLO tampoco es menor, en su carácter negativo y nocivo, y por eso hay que criticarlo. Hay que criticarlo a él, político de reacción priista y gobernante socialmente conservador, y a sus manipuladores mediáticos, entre los que Albarrán milita.

Podemos retarlo a que presente un solo hecho o un solo dicho de AMLO a favor del aborto, pero ya para qué… Como hemos visto, no podría superar el reto. Lo hemos machacado ante la contumacia de Albarrán.

López Obrador no es lo que dice el bufón. Podemos retarlo a que presente un solo hecho o un solo dicho de AMLO a favor del aborto, pero ya para qué… Como hemos visto, no podría superar el reto. Lo hemos machacado ante la contumacia de Albarrán. Lo que el palero no ve u oculta es que su dueño no dice nada en contra pero como ni dice a favor ni hace a favor, se opone, es conservador, está en contra. Jairo miente idiotamente o simplemente se transformó en idiota.

Concluiría esta sección compartiendo mi “Argumento lógico sobre el aborto” —texto no sólo analítico, no sólo progresista, de los que no hace ni lee Albarrán—, publicado en 2016 en Derecho en Acción del CIDE, pero en algún momento de este 2023 desaparecieron todos mis artículos de las páginas digitales del “nuevo” Centro. Aprovecho el espacio para responsabilizar por ello al director espurio, el doctor José Antonio Romero Tellaeche, también plagiario en la subtradición obradorista.

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La mayoría de la acción mediática de Jairo Calixto Albarrán es, directamente, un muy simple ataque de quinceañero a la crítica y la oposición: el escupitajo, en el patio de la secundaria, lanzado por un adolescente que se siente diferente y superior, pero que sólo es torpe y ridículo. Directa e indirectamente, el todo de sus actos mediáticos equivale a un arrebato proAMLO: beso periodístico de alcaldesa de Tecámac. El periodismo de Jairo y de la banda del Fisgón —la propaganda chamuca y mamutera— es el periodismo del beso de Tecámac. Beso abyecto. Como besan los súbditos. Beso babeante, baboso, aberrante. ®

Lea también «El dócil humor de Jairo Calixto«.

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Publicado en: Política y sociedad

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