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Pet Shop Boys en México

Dos noches en México en escenarios distintos en el ocaso de 2023: el Festival Corona Capital y el Teatro Metropolitan como parte de su gira Dreamworld: the greatest hits live.

Pet Shop Boys en México. Fotografía de Miriam Canales.

Tras los horrores de la pandemia del covid–19, la polarización política y los conciertos vía streaming como alternativa, la música en vivo ha adquirido un nuevo cariz que la ha vuelto mucho más añorada, emotiva, apreciada… y ellos lo saben. Dos noches en México en escenarios distintos en el ocaso de 2023: el Festival Corona Capital y el Teatro Metropolitan como parte de su gira Dreamworld: the greatest hits live.

Quien escribe estas líneas nunca había gozado en su etapa prepandémica de la presencia de Neil Tennant y Chris Lowe, el dueto londinense más gay, refinado y próspero, sobreviviente de la efervescencia synthpop británica ochentera al mismo nivel que New Order y Depeche Mode; “la santísima trinidad del pop electrónico” según el escritor español Pablo Ferrer Torres. A más de cuarenta años de carrera artística, siguen aprovechando los avances tecnológicos para nutrir su espectáculo acorde con los tiempos, el relevo generacional, la feroz competencia del reguetón y la irrupción de la inteligencia artificial que implica nuevos desafíos en la industria.

México fue el elegido como primer país para emprender la aventura latinoamericana las noches del 19 y 20 de noviembre, para continuar después por Argentina y Chile.

¿Qué puede ofrecer este dueto de hombres que arañan los setenta años de edad a una comunidad de jóvenes que no vivió su auge en un festival mexicano —el más caro del mundo según la prensa especializada— de miles y miles de pesos en boletaje, cervezas y hamburguesas de 150 pesos y botellas de agua a $50? En ambas noches se congregó su cofradía pethead, como se hacen llamar sus fans, compitiendo en horario con los viejos lobos de The Cure. Mientras unos se dispersaban para acudir a su llamado, esta melómana se acercaba aún más y su alegría aumentaba tras haber llegado tarde por ver a los Chemical Brothers y así conectarse conRent”, una de sus célebres canciones del álbum Actually, de 1987.

Gallardía inglesa de este experiodista de la revista Smash hits convertido en músico, quien esa mañana había acudido a presenciar el desfile del 20 de noviembre sobre Paseo de la Reforma para saludar a los jinetes, según su cuenta de Instagram.

Su colorido escenario de primer nivel no lució igual de imponente en el Teatro Metropolitan, adecuado a un formato más íntimo con butacas apretujadas. Emitiendo un dejo de elegancia, modernidad y sutil sensualidad, lucen canciones como “Suburbia”, con la que se abre el show; un tema en apariencia alegre acerca de la marginación y la pobreza en un barrio norteamericano; del mismo modo, “Opportunities” y “Love comes quickly”, las tres pertenecientes a su álbum debut Please, de 1986, muestran a Tennant con una gabardina plateada o traje oscuro. Gallardía inglesa de este experiodista de la revista Smash hits convertido en músico, quien esa mañana había acudido a presenciar el desfile del 20 de noviembre sobre Paseo de la Reforma para saludar a los jinetes, según su cuenta de Instagram. Y, por supuesto, un muñeco invasor del Doctor Simi arrojado a manera de obsequio fue la ofrenda mexicana de un devoto súbdito en el Metropolitan.

Mientras que “So hard” retumba en los recuerdos infantiles y el corazón de esta escribiente, “Left to my own devices” derrocha en sus imágenes su vasto acervo que reúne sus más grandes éxitos y memorabilia. Esta gira fue anunciada desde septiembre de 2019 para inaugurarse en Alemania en mayo del siguiente año, y pospuesta hasta 2022 debido a las restricciones impuestas por el coronavirus. Es así como su historia ha ido narrándose desde una Inglaterra thatcheriana pasando por diferentes episodios y la transición del pop de los noventa y los dos miles hasta llegar a la pandemia de 2020, cuando Neil y Chris se pusieron a experimentar nuevas versiones de sus clásicos durante el confinamiento a través de Zoom. Tres años más tarde regresan triunfantes a México, con localidades agotadas a las pocas horas de su anuncio y disputadas en reventa hasta en cinco mil pesos en el Metropolitan, según los vendedores callejeros.

Pet Shop Boys en México. Fotografía de Miriam Canales.

Con nuevos bríos, derrocharon simpatía y empatía procurando comunicarse en español, en especial con “Domino dancing” —que se extrañó en el teatro— pero que fue sustituida por “What have I done to deserve this?” interpretada a dueto con la legendaria Dusty Springfield; un tema agridulce, mucho más triste de lo que parece, sobre una despedida sentimental. Es ahí cuando su lírica profundiza en una melancolía mimetizada en beats alegres para quien tenga la suficiente sensibilidad de recibirla en su corazón.

Quien escribe estas líneas rememora los tiempos de esplendor de MTV cuando eran presentados en su programación, aunque dada su edad recuerda más el hit de 1999 “New York City Boy” que nunca sonó —y qué bueno porque nunca le gustó— que “Always on my mind”, “It’s a sin” o “Go west”, cover de Village People. Se pregunta cómo habrá sido vivir la locura ochentera sobre una pista de baile inglesa al ritmo de esos himnos junto con “Heart”, de 1987, en cuyo inolvidable video presumían los nexos de los que ya gozaban por ese entonces con artistas como sir Ian Mc Kellen.

Acompañados de otros músicos en la guitarra, percusiones, piano y vocales como Afrika Green o Simon Tellier, quienes los han apoyado en giras anteriores, es como unen fuerzas para emitir magia con dos canciones aparentemente menos relevantes pero no menos sobresalientes: “Single/Bilingual” y “Se a vida é”, de 1996. Y para rematar, su gran y trillado éxito que no deja de sonar en estaciones radiofónicas “del recuerdo”: “West end girls”, con la insólita traducción en México de “Chicas vagabundas”.

“Being boring” es el título con el que se cierraeste viaje de recuerdos, en el que hay de todo menos aburrimiento. De este modo, este monstruo bicéfalo nos permite entrar momentáneamente a su mundo de sueños con su belleza y sus claroscuros, muy a su peculiar manera, con cuatro décadas a cuestas, que ha visto pasar por igual el nacimiento, el declive y el segundo aire del synthpop, que goza de una próspera longevidad ya sea dentro de un ambicioso festival o de un teatro del centro capitalino. Se había hecho la revolución junto al teniente Tennant y sus secuaces.

Y para 2024… Dreamworld seguirá deambulando por el resto del mundo. ®

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Publicado en: Música

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