Laboratorio de Arte San Juan de Dios

Transformando espacios desde el disfrute y el arte

El Laboratorio de Arte San Juan de Dios fue una pieza de arte relacional y colaborativa creada en 2013 por Mario Wandu y Cuaco Navarro, dos artistas contemporáneos de Guadalajara en el emblemático Mercado Libertad, mejor conocido como Mercado San Juan de Dios, aunque no tuvo mucha difusión en su momento.

Fotografías: Laboratorio de Arte San Juan de Dios.
El arte como experiencia que traspasa la estética y la vida misma, ese empirismo que los niños realizan sin que por ello triunfe la razón.
—Mario Wandu, 2018

El arte relacional es una corriente artística que se enfoca en las interacciones humanas y el contexto social como su principal medio y contenido. En lugar de crear objetos artísticos tradicionales, los artistas relacionales desarrollan proyectos que facilitan la participación, el diálogo y la colaboración entre las personas. Este tipo de arte busca generar experiencias compartidas y construir relaciones entre los participantes, destacando la importancia de las conexiones sociales y la comunidad en la obra artística.

El Laboratorio de Arte San Juan de Dios (LASJDD) consistió en un proyecto que duró aproximadamente tres años, con el objetivo de promover, investigar, producir, documentar y visibilizar la cultura de la niñez como patrimonio vivo e intangible, para ofrecer a los niños espacios libres de violencia a través del arte contemporáneo. La pieza fue dirigida a niñas y niños que laboraban los fines de semana en el mercado, y se impartieron talleres artístico–educativos que resultaron en piezas de arte contemporáneo producidas por los participantes, las cuales posteriormente se exhibieron en el Museo del Ex–Convento del Carmen de la Ciudad de Guadalajara.

Fotografías: Laboratorio de Arte San Juan de Dios.

La primera fase se desarrolló de septiembre de 2013 a diciembre de 2014, con treinta y seis sesiones sabatinas dentro del mercado y en sus alrededores. Veinticuatro sesiones trataron sobre temas de arte contemporáneo, con más de doce diálogos lúdicos en cada una. Se involucró a diversos profesionales que no están directamente relacionados con las artes visuales, como el biólogo Adolfo González, el cual ayudó a los niños a generar una batería de la materia orgánica para realizar un paisaje sonoro con la energía de las papas en descomposición, y el filósofo y sociólogo Jairo Alvarado, quien propició un diálogo de reflexión entre los niños sobre el pensamiento, la vida, la muerte y la identidad, temas que son difíciles de abordar para los adultos pero los niños y las niñas lo abordaron desde su propia perspectiva, considerándolos siempre capaces de hacerlo.

El biólogo Adolfo González ayudó a los niños a generar una batería de la materia orgánica para realizar un paisaje sonoro con la energía de las papas en descomposición, y el filósofo y sociólogo Jairo Alvarado propició un diálogo de reflexión entre los niños sobre el pensamiento, la vida, la muerte y la identidad, temas que son difíciles de abordar para los adultos pero los niños y las niñas lo abordaron desde su propia perspectiva.

Fotografías: Laboratorio de Arte San Juan de Dios.

En cada sesión participaron cuatro artistas visuales, denominados “chamacos y chamacas”, con el propósito de promover la equidad lingüística en el modelo educativo y eliminar los roles de poder asociados con los términos “educador” o “maestro”. Además, se llevaron a cabo dos intervenciones artísticas por parte de los niños y las niñas participantes en el Mercado Libertad.

Los talleres se impartían bajo la filosofía del arte disruptivo contemporáneo y el arte–educación basados en el edupunk —corriente de educación alternativa nacida en España en esos años—, la cual se centraba en una educación disruptiva mediante múltiples lenguajes, como la experimentación, creación artística y el diálogo entre compañeros y docentes funcionando todos como aprendices, bajo la lógica de que los niños y las niñas aprenden de diferentes maneras.

Se usaron como referencia las educaciones expandidas, principalmente tres teorías: la Reggio Emilia, un método educativo italiano que considera a los niños competentes y curiosos, capaces de aprender a través de la exploración activa y colaborativa en un entorno preparado; la educación disruptiva de María Acaso, que desafía la estructura tradicional y promueve un aprendizaje activo, creativo e interdisciplinario creando un entorno educativo más flexible y democrático, adaptable a las necesidades contemporáneas, y la teoría educativa de la brasileña Mônica Hoff, que integra arte y educación, promoviendo un aprendizaje crítico y participativo, busca utilizar el arte para cuestionar y transformar la realidad, fomentando un entorno educativo dinámico y abierto al cambio.

Fotografías: Laboratorio de Arte San Juan de Dios.

En la entrevista realizada a Mario Wandu el pasado 20 de junio nos dijo que el proyecto partió desde el lenguaje de la denuncia, buscando que los talleres tuvieran un enfoque de derechos humanos, perspectiva de género, disidencias sexuales y diversidades. Tras la investigación previa realizada para la ejecución de la pieza los artistas se percataron de que los índices de violencia contra las infancias eran altos, y uno de los más graves es la explotación laboral infantil. “En el diagnóstico nos dimos cuenta de que más del 40% de niños que estaban frecuentando el mercado eran niños trabajadores”.

El proyecto partió desde el lenguaje de la denuncia, buscando que los talleres tuvieran un enfoque de derechos humanos, perspectiva de género, disidencias sexuales y diversidades.

Las sesiones consistieron en temas relacionados con la salud, el medio ambiente, la identidad, la autoestima, el trabajo infantil, la violencia familiar, entre otros, y se plantearon obras artísticas con diversos soportes como la instalación, el performance, el street art, el land art, la poesía virtual, el bioarte y el videoarte.

Posteriormente, en la segunda fase se generó la exposición Calzada Libertad, que se desplazó de manera itinerante del Laboratorio de Arte Jorge Martínez al Ex–Convento del Carmen de enero a septiembre de 2015. Se realizaron obras de site specific en el Mercado Libertad en colaboración con cinco artistas invitados, así como intervenciones en el Ex–Convento del Carmen con dos artistas invitados; se impartió una charla abierta al público general y se realizaron tres conciertos en el Laboratorio de Arte 996. Calzada Libertad constó de veintisiete piezas, entre instalaciones, obra gráfica, videoarte, poesía visual, pintura, así como documentos de registro, entrevistas, material fotográfico y bitácoras de los niños y las niñas.

Fotografías: Laboratorio de Arte San Juan de Dios.

Por último, la tercera etapa fue la de realizar una memoria que se convirtió en una publicación en forma de catálogo, en la que se registró todo el proceso y los resultados de la pieza con el nombre Laboratorio de Arte San Juan de Dios.

Una forma de canalizar la rabia y la violencia que trastoca la realidad

LASJDD nace bajo la inquietud generada por el lazo que el artista Mario Wandu construyó con Natalia, una niña estudiante de primaria y trabajadora del Mercado Felipe Ángeles, de Guadalajara. El artista cuenta que al hablar con Natalia conoció su situación, en la que sufría de una constante violencia física y sexual. “Cuando yo la escuché sentí mucha rabia y mucho enojo, y no sabía qué hacer, literalmente no sabía qué hacer como ser humano ante una situación que me desbordaba, me desplazaba, y cuando pasó esa situación con ella, para mí mi vida cambió… En su momento no pudimos hacer nada con esa situación, y después de haber hablado ese día con ella nunca la volví a ver”.

Mario le expresó todos estos sentimientos a su pareja Cuaco Navarro, quien lo motivó para llevar aquellas inquietudes a algo que trascendiera más allá. Así, los dos crearon el proyecto partiendo desde la rabia y el coraje que los invadía.

Mario explica que no fue una decisión azarosa la de realizar la pieza en el Mercado Libertad, pues es un espacio sumamente interesante y representativo de la ciudad, en donde convive el folklore de la zona. Además, la ubicación del mercado —“de la Calzada para allá”— es muy estratégica, pues la geografía de la ciudad también tiene que ver con los poderes hegemónicos: “No es una casualidad que la ciudad esté formulada de esta manera”.

Fotografías: Laboratorio de Arte San Juan de Dios.

“En ese punto coexisten todas esas cosas, es un lugar lleno de vida, pero al mismo tiempo lleno de muerte y de caos… de situaciones violentas. Entonces, ahí es en donde pensamos que podía brotar la creatividad, y además que nos interesaba que fuera un proyecto que realmente pudiera incidir en esas experiencias de vida de los niños y las niñas”.

La Calzada Independencia tiene un fuerte peso sociocultural en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), pues divide el poniente y el oriente de la ciudad. Coloquialmente se le conoce como el límite geográfico que divide la zona rica de la pobre, generando una marcada estigmatización de las zonas del oriente y de sus habitantes. Es un espacio en donde converge una gran actividad comercial y cultural, con muchas situaciones de violencia, pues cierta población convive con drogas, trata de personas y prostitución.

Fotografías: Laboratorio de Arte San Juan de Dios.

“En ese punto coexisten todas esas cosas, es un lugar lleno de vida, pero al mismo tiempo lleno de muerte y de caos… de situaciones violentas. Entonces, ahí es en donde pensamos que podía brotar la creatividad, y además que nos interesaba que fuera un proyecto que realmente pudiera incidir en esas experiencias de vida de los niños y las niñas”.

Incidencia del arte relacional/colaborativo dentro del espacio público

Las piezas de arte relacional/colaborativo en el espacio público son efímeras; se podrá pensar que por eso no tienen tanta incidencia en la comunidad, pero en la era en la que vivimos éstas suelen ser mucho más relevantes en términos sociales, pues en su mayoría abordan problemáticas sociales que afectan a todos los habitantes de la ciudad.

Mario Wandu afirma que LASJDD es un arte público, político, afectivo, comunitario y relacional. No es casualidad que los espacios estén configurados de la manera en la que están; las personas son afectadas por ésta para bien o para mal, dependiendo de la serie de violencias estructurales que viven, ya sea por cuestiones socioeconómicas, de disidencias corporales o de género.

Fotografías: Laboratorio de Arte San Juan de Dios.

El espacio se encuentra intrínsecamente relacionado con la experiencia de vida de las personas, así, hacer arte desde el espacio público es reconfigurarlo para que justamente la experiencia que una persona tenga sea igual de válida que la de otras. “Vamos a hacer de ese espacio público un lugar donde yo también tengo un lugar, entonces desde ahí sí es partir de modificar esa experiencia de vida”.

La modificación del espacio mediante el arte público hace que esa corporalidad tenga una movilidad distinta del espacio en donde se apropie del lugar, afectándolo no sólo de manera física sino también de manera emocional o reflexiva, trabajando para que esos espacios se conviertan en un lugar en donde las necesidades y los deseos de todos quepan, “no para las necesidades del poder que los construyó”.

“El arte público es una especie de venganza, es una especie de anarquía, de hacer valer a cuenta propia ese derecho al espacio, como decir: bueno, sí sabemos que existen estos poderes que controlan cómo está constituido el espacio, pero, mira, déjame te pongo esta mancha o déjame te bordo este árbol”.

Ocupar los espacios desde la iniciativa ciudadana es relevante para la conservación del espacio público y la colectividad, y es el arte uno de los canales más efectivos para realizarlo, dejando a un lado esta visión del arte elitista dentro del cubo blanco, en donde prevalecen los intereses del mercado y el coleccionismo.

“El arte público es una especie de venganza, es una especie de anarquía, de hacer valer a cuenta propia ese derecho al espacio, como decir: bueno, sí sabemos que existen estos poderes que controlan cómo está constituido el espacio, pero, mira, déjame te pongo esta mancha o déjame te bordo este árbol”.

Las obras efímeras colocadas dentro del espacio público pueden desaparecer dentro de un tiempo del espacio físico, sin embargo, la trascendencia recae en la memoria, en el imaginario colectivo de la ciudad. Una pieza exitosa modifica el pensamiento de las personas, genera diálogo y movimiento, sin importar si ésta permanece físicamente.

LASJDD no tuvo continuidad después de su primera y única edición. El financiamiento del proyecto fue complejo, los artistas recibieron el apoyo del Programa de Estímulo de la Creación y al Desarrollo Artístico de Jalisco (PECDA), pero éste no fue suficiente, pues solamente recibieron una beca de 50,000 pesos. Mario expone que el resto fue cubierto por los artistas participantes y con eventos realizados para la recaudación de fondos.

Once años después

Mario dice que no sabe qué ha sido de los niños participantes ni cómo les ha ido en la vida. Cuando visita el mercado aún ve a algunos de ellos trabajando después de once años. Lo reconocen y mantienen conversaciones amenas, a veces sobre chismes, lo cual, según Mario, es igual de valioso o más que realizar una reunión formal. Muchos de estos niños ahora son adultos con sus propias vidas; algunos son padres. Por ejemplo, Andrea sigue trabajando en el mercado y ahora administra un local, aunque había soñado con ser fotógrafa en aquel entonces.

“Tuvo mucho impacto, mi vida la modificó y yo creo que a toda esa gente que participó también, y yo pienso que a los niños que participaron en este proyecto también se les modificó la vida”, dice Mario.

Cada niño y niña recibieron un libro y a menudo lo revisan, reflexionando sobre su experiencia desde la perspectiva adulta. Muchos de ellos ya tienen sus propias familias y comparten con sus hijos lo que vivieron en el Laboratorio de Arte San Juan de Dios.

“Tuvo mucho impacto, mi vida la modificó y yo creo que a toda esa gente que participó también, y yo pienso que a los niños que participaron en este proyecto también se les modificó la vida”, dice Mario.

La pieza fue por y para las niñas y los niños que habitaban el mercado, con el propósito de que pudieran recuperar y ocupar sus espacios desde la dicha y el arte, un espacio que para ellos había sido arrebatado por el contexto sociocultural de la zona.

Así, LASJDD es considerado una obra relacional y también un acto artivista con posturas anárquicas, que abraza estas rupturas y se centra en la incertidumbre y en una política relacional. En este contexto, los procesos son prioritarios sobre los resultados, que se manifiestan a través de obras de arte, diálogos, afectos, intensidades, comunicación y comunidad. ®

Luz Elena Aramiz Ortiz es estudiante de la Licenciatura en Derecho en el ITESO. Este artículo es parte de la investigación “Arte público en tiempos del individualismo: la construcción de la colectividad contemporánea a través del arte” que se lleva a cabo en el Proyecto de Aplicación Profesional: Mirar la ciudad con otros ojos. Memorias e identidades, Verano 2024.

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Publicado en: Arte

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