ACTUALIZAR EL CANON

Above, de Samael

El noveno álbum de los suizos de Samael es una tromba de sonidos en cascada, plagada de truenos y relámpagos, que apenas deja tiempo para el respiro. Con uno de los inicios más trepidantes de los últimos tiempos, Above (Nuclear Blast, 2009) ejecuta a todo volumen la amalgama sonora de la mayor parte de las tendencias del heavy metal underground del último cuarto de siglo. Subgéneros que han solidificado en las creaciones de su trayectoria a lo largo de más de dos décadas de estar de manera constante en la escena metalera mundial.

En este sentido, la pieza puede ser vista como una especie de dodecaedro musical que gira a altas velocidades sin detenerse y sin perder el rumbo. Cada uno de los lados del polígono representa una parte de las estructuras del black, el thrash y el speed metal, sin olvidar la importancia del industrial y del doom, que han marcado de manera definitiva su ya larga trayectoria artística. Todas ellas ensambladas de manera sólida, prolija y virtuosa.

Si en el disco del 2007, Eternal Sun, la agrupación realizó la retoma de la totalidad de su propuesta tecno-doom (improbable pero exitosa mixtura de géneros) que dominó su trabajo en los noventa, llegando a su punto máximo con el álbum Eternal del 99, con su más reciente grabación cavan profundo en sus raíces underground que van desde los inicios deathmetaleros de 1987 hasta la consumación de esa primera etapa con el indispensable Blood Ritual de 1992. Por eso, muchos fans y varios críticos han dicho que Above es una especie de Blood Ritual tamizado con la potencia de la actualidad.

Esa es una pertinente manera de resumir el disco del 2009, pero hay en este mucho más que eso. La pieza del 92 poseyó un indiscutible fundamento de lo que conocemos como doom y que, de manera canónica, se ubica primigeniamente con el trabajo de Black Sabbath: la creación de atmósferas de pesadez y opresión con fundamento en la preponderancia de las tonalidades bajas, una base rítmica machacona omnipresente y una vocalización profunda y lenta, cavernosa. En ello, la influencia del primer Celtic Frost ha estado también presente a lo largo de su carrera.

El trabajo musical de esta guisa ha dado como resultado uno de los más virtuosos pastiches de una tendencia musical que ha sabido permanecer y mantenerse al día.

No obstante, la grabación del 2009 recrea la indispensable estructura del doom transformándola en la pegazón potentísima de una pluralidad sonora metalera en la que, de inicio, parece que la preeminencia la tiene el black metal. Así, las rolas que abren la colección, “Under One Flag”, “Virtual War” y “Polygames” poseen el blast beat, la incorporación de los teclados al unísono con la base rítmica y la vocalización alta y desgarrada propios del black metal. Todo ello tamizado por un ensamblado pulcro y obsesivo de cada uno de los componentes musicales de las canciones. En ello, hay un paralelismo con sus coterráneos de Celtic Frost y su ya legendaria obsesión por la calidad de sus grabaciones. Asimismo, a lo largo del disco hay un lance trepidante en la velocidad de las guitarras que es particularmente notable en los tracks “Earth Country” e “Illumination”, acercándose de esta manera a la particularidad sonora del speed metal, aunque sin llegar a serlo de pleno, sino como chispazos conmemorativos de ese subgénero; en tanto que “Dark Side” y “God’s Snake” hacen lo propio con el thrash metal.

En este sentido, Samael efectúa la retoma de buena parte de lo que ha forjado el metal pesado subterráneo en los últimos veinticinco años, reactualizando los ya canónicos sonidos por medio de su inconfundible encuadre particular, impecable y poderoso. El trabajo musical de esta guisa ha dado como resultado uno de los más virtuosos pastiches de una tendencia musical que ha sabido permanecer y mantenerse al día, con base en una dinámica inagotable entre las propuestas artísticas y la capacidad de recepción de, por lo menos, un par de generaciones en el mundo entero. Tal simbiosis ha marcado toda una era en la música popular contemporánea. Al hacerlo, la banda ha realizado una verdadera síntesis sonora en la que la mezcla de lo antiguo con lo actual, trasvasado por la tendencia experimental de los noventa, ha dado como resultado uno de los discos más interesantes y contundentes del metal europeo de lo que va del siglo.

El cierre (“Black Hole”) remacha con una muestra del virtuosismo que la banda mostró a lo largo de la última década del siglo XX para el metal industrial, con sus indispensables cajas de ritmo, programaciones de loops y beats sintetizados reiterativos, haciendo ver así que esa etapa no ha concluido ni ha sido excluida, sino que, fieles a su estilo de las últimas dos décadas y media, lo verdaderamente suyo ha sido la vibrante expansión creativa del heavy metal. ®

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Publicado en: Música, Septiembre 2010

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