Más información y menos pensamiento

La aterciopelada Butaca Ancha de la web

Las revistas de Internet no son revistas, según un crítico de cine, y de cómo un tuit para reclamar un trato discriminatorio de la Cineteca Nacional a un periodista cinematográfico incomodó a los jóvenes editores de una revista de cine… por Internet.

Ni el presente ni el futuro son ya lo que solían ser. Todos los géneros fílmicos han estallado.
—Jorge Ayala Blanco, El cine actual, estallidos genéricos, Ed. Cineteca Nacional, 2012

I. Revista de cine en papel vs. revistas en Internet

Un día fui a la revista de cine Butaca Ancha, editada por el joven periodista Rafael Paz, para replicarle al maestro de la crítica cinematográfica, Jorge Ayala Blanco, su declaración de que en México sólo existen tres revistas de cine, porque “las revistas se deben sudar” —así lo señaló durante la presentación de la revista de cine Icónica el 15 de agosto de 2012 en el Centro Cultural Bella Época de la Ciudad de México.

Jorge Ayala Blanco. Foto © Miriam Sánchez / Milenio Diario.

Jorge Ayala Blanco. Foto © Miriam Sánchez / Milenio Diario.

Las tres publicaciones impresas a las que se refiere Ayala Blanco son Cine Toma, revista de difusión y reflexión fílmica nacional editada por el periodista cultural Sergio Raúl López; Estudios Cinematográficos, revista de corte académico del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), editada por Rodolfo Peláez, e Icónica, enfocada a la crítica cinematográfica, editada por Abel Muñoz Hénonin, de la cual Carlos Bonfil, Nelson Carro, Abel Cervantes y Ayala Blanco forman parte del consejo editorial —este último también es parte del consejo editorial de Estudios Cinematográficos.

La cantidad de espacios dedicados al cine en revistas electrónicas es muy numerosa, por ejemplo el que se le dedica mes a mes en Replicante, donde podemos leer a Naief Yehya y muchos otros, pero al parecer no son espacios de crítica fílmica para nuestro respetado Ayala Blanco, lo mismo que Butaca Ancha, por ejemplo, que tiene secciones dedicadas al cine.

Esta última me entusiasmó, y luego más al saber que era hecha por periodistas muy jóvenes, por lo que en mi artículo sobre la crítica cinematográfica en Internet “El ángel terrible de la web” la puse como una muestra que podría ofrecer un contrapeso a los señalamientos de Ayala Blanco.

II. Cineteca Nacional y el ángel terrible de un tuit

Las redes sociales son el sustituto de lo que antes se llamaba la publicidad en boca [ahora] es publicidad de monitor.
—Jorge Ayala Blanco, 21 de enero de 2013, en la celebración por sus cincuenta años de crítica fílmica en la Cineteca Nacional

Aquel texto provocó que Butaca Ancha, por medio de la periodista Alejandra Arteaga, me invitara a participar en ella. Me gustó la idea de ser parte de un grupo tan joven de cinéfilos y ver reflejado ese esfuerzo en una revista de cine por Internet.

Republiqué ahí algunos artículos de Replicante y otros más de mi espacio de crónica-crítica fílmica Ojosdetopo de la revista literaria Timonel, del Instituto Sinaloense de Cultura, y otros más que escribí especialmente para Butaca Ancha. Quién se iba a imaginar que de septiembre de 2012 a enero de 2013 las cosas cambiarían drásticamente, al grado de que Rafael Paz me envió un correo electrónico en el que se leía: “El motivo de mi correo es para informarte que llegué a la decisión de que no sigas colaborando en Butaca Ancha. Te agradezco el empeño que has puesto estos meses, tus ideas y el tiempo que nos brindaste”.

El último libro, hasta ahora, de Ayala Blanco.

El último libro, hasta ahora, de Ayala Blanco.

Los argumentos de Paz fueron absurdos: “tenemos una visión muy diferente respecto al presente y futuro del proyecto”, decía en ese mail. Esto se desató a causa de un tuit que lancé desde mi cuenta de Twitter: @jamonterrosas, y que iba dirigido a la @cinetecanacional, con copia a @butacaancha, el 31 de enero, y de otro tuit con la misma información para la cuenta de Replicante, @replicantemag, en el que escribí: “Que a la encargada de prensa @CinetecaMexico le pidas un libro de Ayala Blanco para reseñarlo y te lo niegue #notieneprecio”.

En efecto, la encargada de prensa de la Cineteca Nacional, Orianna Paz, me había negado un ejemplar del nuevo libro de uno de los críticos más importantes del cine de los últimos cincuenta años, Jorge Ayala Blanco. Me negaron su libro El cine actual, estallidos genéricos, editado por la propia Cineteca Nacional, porque “tenían súper poquitos”, según me dijo Orianna, y porque, añadía, no le he dado cobertura al acervo editorial de esa institución —a la que conozco desde antes de que ella entrara a trabajar ahí y que he cubierto para espacios del IMER, Milenio Toluca y Presidencia de la República, entre otros—; por eso no podía darme un ejemplar.

Desde su puesto, Orianna, ¿así le quiere dar difusión a la crítica cinematográfica mexicana? ¿Esa es la política del “órgano rector de la vida cultural cinematográfica”, la Cineteca Nacional, tal como me lo dijo Ayala Blanco en una entrevista con él a principios de 2011 para Replicante? Quiero señalar que para mí Ayala Blanco no es una persona a la que conocí hoy por la mañana, fue mi profesor hace más de un lustro. ¿Cuál es su criterio, Orianna, para decidir a quién sí le da un libro y a quién no? No importa que lo haya entrevistado y divulgado sus libros, no sólo el de la Cineteca Nacional sino también el que presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara? ¿Habrá pensado, Orianna, que ese libro lo iba a vender para comprarle croquetas a los gatos que vagan por la Cineteca y no que iba a reseñarlo en esta revista, donde hemos tratado de libros de cine, música de cine, revistas de cine, festivales de cine, directores de cine y, además, de películas?

La benemérita Cineteca Nacional.

La benemérita Cineteca Nacional.

Orianna Paz califica de “buena” la labor de Replicante pero no tanto como para ameritar libros pues, supongo, además de ser electrónica no somos una revista de cine —aunque nos lean alrededor de 200 mil personas al mes. Así de estrechos y absurdos los argumentos —similares a los de Rafael Paz, de Butaca Ancha.

Le dije a Orianna Paz en su oficina, para poner punto final a la conversación, que era la última vez que le pedía un libro pues es bochornoso que crea que nos está haciendo un favor al “regalarnos” material de trabajo. A quien sí le dio uno fue al colega Luis Tovar, de La Jornada Semanal, pues seguramente Orianna Paz cree que al defeño sólo le interesa lo que se escriba en ese periódico y que ese medio es el único que difunde la cultura del país.

La paradoja en esta historia es que Rafael Paz, pastoreado por Carlos Morales, ex coeditor del abigarrado sitio de El Financiero en Línea y ahora traductor y productor de contenidos para Forbes.com.mx, tomó la decisión de que ya no participara en Butaca Ancha porque los involucré en una situación en la que ellos no tenían nada que ver…

“Tuits como ése pueden llegar a deteriorar la buena imagen [de Butaca Ancha] que ha costado tanto esfuerzo formar hasta ahora. Además no creo que sea obligación de nadie darnos nada. Si no lo aflojan [el libro], pues se quedarán sin reseña y ya”, así me lo explicó Morales en un correo del 1 de febrero de 2013.

Los integrantes de esa revista de cine acabaron cortándome la cabeza pues lo que le reclamé a Orianna Paz y a la Cineteca Nacional estuvo “muy mal”. No entienden que con ello se desprecia la actividad de revistas digitales como Replicante y su misma Butaca Ancha.

Lo peor de todo esto, para desgracia de Rafael y su proyecto, es que esta revista —Replicante— sí respondió a mi tuit, desde su cuenta @replicantemag, frente a sus más de once mil seguidores, con copia, claro, para Cineteca Nacional: “Su falta de sentido común sí tiene precio: alejar el interés de los medios”. No fue lo mismo desde @butacaancha —con cerca de setecientos seguidores—, pues prefirieron quedarse calladitos, aunque en privado me atosigaron para pedirme que borrara mis irreverencias tuiteras.

III. El cine actual, la crítica diferencialista y los estallidos de egos

Semanas después, ya entrados en el mes de febrero, al comentar todo lo anterior durante una comida con Jorge Ayala Blanco, me dijo que él ha vivido situaciones de censura y discriminación durante su trayectoria de medio siglo como crítico —“Tírenle al Blanco”, dijo sarcásticamente. Ahí mi ex profesor me obsequió un ejemplar de ese lingote de oro resguardado celosamente por la Cineteca Nacional y su cancerbero Orianna Paz.

El cine actual, estallidos genéricos es un libro que pertenece a la colección que Ayala Blanco dedica al cine internacional, donde “todos los géneros han estallado, tanto los que pertenecen, alimentan y diversifican a un cine comercial de simple entretenimiento, como los que ante todo remiten a universos personales más artísticos y complejos”.

Un volumen con trescientos cincuenta ensayos divididos en alucinantes definiciones de géneros reventados y entreverados, como La adolescencia malévola, la disuelta, la desvirgada, pasando por La animación feminoluctuosa, la basurofuturista, la gerontófila o La aventura mercenaria, la agónica, la maxipeluche o La biografía fáustica o La docuficción falsa o La fábula distópica o El cine gay antimanierista o La historieta monstrificada o La poesía visual o La política ficción magnimezquina o El psicothriller megalohamponil o El western airecomprimido…

La dedicatoria del maestro, caray...

La dedicatoria del maestro, caray…

Películas como Batman, el caballero de la noche o Actividad paranormal o El arte de llorar en coro o Avatar o Ceguera o Dónde viven los monstruos o Film noir o Luces al atardecer o El orfanato o Persépolis o Tony Manero o Vicky Cristina Barcelona o Vals con Bashir o Sin lugar para los débiles o Bastardos sin gloria… y un largo etcétera a las que el crítico desmonta en ensayos lúdicos y barrocos, empotrados en géneros estrujados y alterados. (Ayala Blanco dijo el 1 de abril de 2013, en la presentación de La ilusión del cine mexicano [Planeta, 2013], su otra colección sobre cintas pero nacionales: “Yo no nací barroco, nací en México”.)

Un volumen con trescientos cincuenta ensayos divididos en alucinantes definiciones de géneros reventados y entreverados, como La adolescencia malévola, la disuelta, la desvirgada, pasando por La animación feminoluctuosa, la basurofuturista, la gerontófila o La aventura mercenaria, la agónica, la maxipeluche o La biografía fáustica o La docuficción falsa o La fábula distópica o El cine gay antimanierista o La historieta monstrificada o La poesía visual o La política ficción magnimezquina o El psicothriller megalohamponil o El western airecomprimido…

“La comedia libertaria sólo puede ser posmoderna y postransgresora, tristeañorante y tiernodepresiva, antiexcitante, deflacionaria y conclusiva, dando por sentado que nada queda ya por romper ni transgredir”, se lee en la página 88 dedicada a la letra C, a La comedia libertaria de John Cameron Mitchell, Shortbus, tu última parada (Estados Unidos, 2006): “Un lesbianismo lleno de ternura comprensiva, antes de extender su inquietud a otras delicias plurisexuales en el original sitio, mientras sus guías cambian parejas permanentes gracias a la devoción del chichifo Jessie (Adam Hardman) que ha salvado de morir al suicida James”.

Sobre el ensayo fílmico de la sorprendente animación documental-testimonial Vals con Bashir (Israel-Francia-Alemania, 2008), de Ari Folman, escribe Ayala: “La animación traumatizada incursiona, más que en el documental por otras vías técnicas, en la misma vertiente autoficcional de la avanzadísima animación moderna anteriormente cultivada por la iraní Persépolis de Satrapi y Paronnaud (2007), al tiempo que convoca fantasmales aunque virulentas posturas antibélicas ininterrumpidas desde los dos Yo acuso de Gance (1919/1938) con sus muertos brotando en sobreimpresión de sus tumbas para acosar y acusar a los vivos”.

En entrevista, antes de entrar a una sala en el FICUNAM 2013 para ver Fogo (México-Canadá, 2012), de Yulene Olaizola, dice Ayala sobre su libro: “Son trescientas cincuenta películas a lo largo de tres años y medio. No es una selección previa. No hay una selección previa, al contrario, las películas salen y las enfocas desde esta óptica que es la de los géneros: existen o no todavía géneros cinematográficos, ésa es la idea. Es enfrentarte a las películas de la novedad; en términos generales los libros son muy de rollo, o sea tú haces tu hipótesis, tú haces tu marco teórico y retrospectivamente buscas las películas más representativas y las que avalan lo que tú me estás diciendo. No, para mí es exactamente lo contrario. Yo estoy saliendo al encuentro de las películas que son las que me dan el tema, el enfoque es totalmente distinto. Las estoy enfrentando con un lenguaje periodístico en El Financiero y después ya lo elaboro y se convierte en un capítulo del libro”.

Ayala Blanco me firma su libro con la siguiente leyenda: “Para José Antonio Monterrosas, colega cinéfilo y entusiasta de la crítica diferencialista”, mientras le insisto sobre hacer un sitio en Internet titulado ayalismosfilmicos.com. Pero él dice, tajante, que no. Le sorprende, por otro lado, la reacción de Orianna Paz y la decisión de Butaca Ancha “sobre mi tuit”. Quién iba a decir que el apoyo vendría de Replicante y por el mismo Ayala Blanco y no de esos jóvenes periodistas, a quienes, supongo, les enseñaron en su Escuela de Periodismo Carlos Septién García que no deben, que no es apropiado, criticar a las instituciones de gobierno, no vaya a ser que los veten.

El mismo Rafael Paz me dijo, tal vez inocentemente, después de mirar mi tuit y discutirlo con el que parece más su jefe y no su colaborador Carlos Morales, que la Cineteca Nacional le impidió el paso a un acto al sábado siguiente. De ser cierto esto debió denunciarlo en Butaca Ancha. La Cineteca no puede y no debe castigar con tales acciones a un medio de comunicación. Morales, por su lado, no podía permitir que su proyecto que “ha costado tanto esfuerzo formar hasta ahora” se viniera abajo con esos mensajes donde hacía quedar mal a su revista ante la Cineteca Nacional, por lo que me pidió que no se repitiera. “Quien queda mal es la Cineteca”, le contesté en otro correo.

IV. Los “especiales” ¿predecibles?

Butaca Ancha —así se los dije durante el Festival Internacional de Cine de Morelia a Rafael y a otros colegas, en la edición de 2012— es un proyecto fresco y su mismo nombre muestra la amplitud de criterio. Debiera ser, además, uno en el que todos los géneros periodísticos estén reunidos, pero durante esos meses la revista comenzó a cambiar a una donde ahora impera la noticia pronta, notitas cumplidoras plagadas de imágenes, más que el pensamiento, la crítica extensa y la reflexión sobre el fenómeno fílmico.

Butaca Ancha se monta ahora en lo cotidiano, en la superficie, en la vacuidad, en el cinesplenda. A eso responde la “desinvitación” que me hicieron: más información y menos pensamiento, más imágenes de los estrenos y menos ejercicio crítico del cine, más clics y buena onda que textos reflexivos y críticos.

En noviembre de 2012 me reuní de nuevo con el equipo de Butaca Ancha, Carlos Morales, la fotógrafa Mariana Mier y otros amigos de la revista, como Jorge Negrete, para proponerles un dossier mensual con ensayos sobre un tema específico.

“El especial” tenía el objetivo de relacionar el cine con temas poco observados por los periodistas cinematográficos con el fin de abrir la discusión a temáticas diferentes, para no dejarlo sólo en los cotos a los que suelen dirigirse las revistas de cine; forzar a los mismos “expertos” a buscar otras rutas e invitar a especialistas en otras áreas a escribir sobre una visión divergente a la que puede ver un crítico de cine. Si hablamos de café y cine, por ejemplo, busquemos el punto de vista de un barista para desarrollar un ensayo sobre café y cine.

Se hizo un primer ejercicio, previo a la reunión, que fue sobre la misma Cineteca Nacional, luego uno más sobre El cine y el fin del mundo, el cual fue replicado en el sitio Animal Político —los de Butaca Ancha sostienen una relación cercana con Animal Político y, hasta donde sé, estuvieron a prueba durante los últimos meses de 2012 para asociarse con ese sitio de noticias—, y para enero se tenía planeado uno sobre El cine y la crisis económica, pero llegó enero, se fue y ese tercer especial nunca salió, actualmente sólo hay un texto, ya publicado anteriormente, de Alejandra Arteaga. El argumento de Rafael Paz fue que los textos eran muy buenos, pero “no cohesionaban un todo”, por lo que, según él, “los textos del especial de enero fueron publicados por separado durante la semana pasada, faltan un par por subir, que a su debido tiempo estarán en el portal”.

Mi artículo, después de recortarlo, como me pidieron, nunca se subió al sitio, pero lo pueden leer en estas mismas páginas con el nombre de “El diario de un cinéfilo. De cine y crisis económica”. Los otros, vaya usted a saber qué sucedió con ellos.

¿Habrán sido las estelas de un tuit de pésimo gusto para la aterciopelada Butaca Ancha y sus huestes o fueron meras coincidencias? Rafael Paz decidió que para febrero habría un especial diferente al que se había definido la noche de ese fin de año en la Cineteca Nacional y que correspondía a “Amores trágicos”, pero se llegó a la conclusión de hacerlo sobre un fabuloso tema, ¿ya adivinaron? Sí, el Oscar. A esa edición su servidor ya no fue invitado aunque sí enterado mediante un correo colectivo. El siguiente especial será, en mayo, Cine y revoluciones.

V. De lectores zombies y lectores pensantes

Cuando los periodistas cinematográficos se convierten en periodistas de política y cosmético-ficción acaban haciendo proyectos que al poco tiempo buscan quedar bien con la burocracia y no con sus lectores —lectores amplios, no de nicho. Las butacas anchas se convierten entonces en curules para los personeros de productoras, exhibidoras, festivales y demás fauna cumplidora.

Si la crítica cinematográfica no socializa con otros públicos, si los nuevos periodistas de cine no salen de las referencias cinematográficas y los estrenos de la semana, tenderá a desaparecer en beneficio del lector zombie, más que el lector pensante.

Las revistas de cine en Internet no se sudarán, serán devoradas por el cotidiano efímero, pero allá ellos. Yo mejor por acá, con humor, con crítica y replicando con libertad. Como dijo Henry Miller en Sexus: “Si nos aceptásemos a nosotros mismos tan plenamente, la obra de arte, el entero mundo del arte, de hecho, moriría de desnutrición”. Por eso me gusta Internet y sus redes sociales: por prolíficas, prosaicas, promiscuas, libres y baratas. ®

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Publicado en: Cine, Mayo 2013

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  1. GeishaEdHardy

    ¡Paz, por favor! Si bien es cierto que nadie está obligado a regalarte nada, también lo es que periodistas y reporteros no tenemos obligación de tolerar a personajes como Orianna (y mucho menos tratar de congraciarse con ellos, y obtener su «cariño»), así que no tenemos que callar si es que no estamos de acuerdo. Es muy simple, el tío está molesto y engrandeció la situación, si ustedes así lo consideran, pero también es su derecho decirlo, y de Revista Replicante dar espacio a esta molestia como muestra de apoyo, solidaridad o qué sé yo.
    Cierto, no todo el gremio está obligado a compartir la incomodidad del berrinchudo (como lo hacen ver), y está bien, sin embargo me parece que no es el único que está perdiendo el estilo y haciendo un drama.
    El simple hecho de que alguien publique en Replicante es sinónimo de que se defenderá con su trabajo. Ninguno de los colaboradores necesita cariño, ovaciones, ni aceptación. Pienso que está de sobra esa preocupación: «Qué dirán de nosotros si también publicamos en Replicante»…»Nadie nos quiere por eso»… No hay necesidad de ocupar su cabeza en nimiedades cuando tienen tanto que escribir. Así que tranquilas damas, que su trabajo hable por ustedes.
    Lo digo con todo respeto, no lo tomen a mal. Paz

  2. Totalmente de acuerdo con Karina Almaraz. ¿En serio todo estoa tontería se dio por un insignificante libro? No veo para qué exigir algo cuando nadie está obligado a regalarnos nada. Con textos como éste van a pensar que, efectivamente, todos los colaboradores de Replicante somos iguales. No, por favor.

  3. Finocchio

    Bueno, espero que Replicante se haya dado cuenta por la forma de escribir de este hombre de qué va el asunto. Me parece que todos sus textos (kilométricos) van de los mismo: quejas, ego, quejas, ego, quejas, vean cómo no me valoran, quejas, etc. Replicante, ¿por qué publicaste como comentario la respuesta de Butaca Ancha? Qué interesante…

  4. Karina Almaraz

    No mames que te publicaron tu berrinchito. Creo que sí es fatal la actitud de Orianna, pero ¿qué onda con este texto? ¿No te dan un libros, haces berrinche y entonces a alguien a quien le interesa un proyecto institucional y no una carrera personal, se protege contra tu berrinche y vienes acá y te publican más berrinche?

    Dios. Por eso nadie nos quiere (a los críticos, periodistas y escritores en general, con textos como este van a creer que todos somos iguales).

  5. Karina Almaraz

    «Las revistas de Internet no son revistas». Qué corta visión. Internet es una nueva plataforma y punto. Necesita contenidos como antes los necesitaron el papel, la radio y la televisión. Obedece a las mismas lógicas editoriales e informativas que los otros medios, pero tiene las propias en cuanto a alcance, difusión, oportunidad. No entender eso es síntoma de la cosa que le da a la gente cuando crece, ya sabes, esta actitud de «todo tiempo pasado fue mejor», «esa modita no va a pegar». Terrible. ¿Replicante qué chingados es entonces?

    Sigo leyendo, para ver qué tarugada dicen sobre Butaca ancha, pero de verdad, sólo con la entrada tuve para dudar de la capacidad de quien escribió esto.

  6. A pesar de que en Butaca Ancha rechazamos involucrarnos en polémicas
    innecesarias, respondemos al texto publicado en Replicante en virtud de la alusión
    directa que de nosotros se hace sobre los hechos, acontecidos hace tres meses, y de
    la imprecisión con la que son presentados.

    1. Butaca Ancha comenzó como un programa de radio estudiantil, y después se
    convirtió en un sitio de Internet; en ningún momento nos hemos ostentado como
    revista de análisis.

    2. Butaca Ancha se reserva el derecho de publicar textos de acuerdo con su calidad
    e interés, no con su contenido. El texto al que el autor hace referencia no fue
    publicado por no contar con la calidad que se esperaría de un profesional del
    periodismo cultural con más de 10 años de trayectoria, y, tal como fue enviado a
    nuestra redacción, puede ser consultado aquí. http://bit.ly/ZLlC4b

    3. Con respecto al tuit publicado por el autor el 29 de enero (http://bit.ly/11bKp4r),
    nuestra única petición fue que la situación no se repitiera, pero su respuesta
    fue sobredimensionada, lo que motivó nuestra decisión de prescindir de sus
    colaboraciones. Nuestra razón principal no fue el tuit en sí, sino la actitud del autor.
    Nosotros decidimos comprar el libro el día de su presentación. Rafael Paz tiene su
    ejemplar con la firma de Ayala Blanco que data de un día antes del tuit en cuestión.
    No compartimos la idea del autor de que sólo por formar parte de la prensa cultural
    se deban exigir materiales que puedan dar pie a prácticas clientelares.

    4. No existe censura; en el mismo texto del que se hace réplica se reconoce que la
    decisión de los especiales fue tomada por todo el equipo y no sólo por los editores.

    5. Respetamos y apreciamos la labor de todos los medios, impresos o digitales, que
    buscan acercar el cine en todas sus facetas a los espectadores. Por ello, la censura en
    un espacio que apuesta por la apertura es impensable.

    6. Butaca Ancha es un proyecto joven que procura estar a la búsqueda de espacios
    no cubiertos por otros medios, pero la precariedad presente para periodistas
    digitales (de la cual el autor debe estar consciente) impide que podamos dar espacio
    a todo lo que quisiéramos; sin embargo, seguimos y seguiremos trabajando en ello.

    7. La información es de vital importancia para pensar, discernir, evaluar y criticar.
    Por ello existen espacios informativos y críticos dentro del sitio. La crítica a nuestra
    labor siempre será bien recibida.

    Agradecemos la atención que la revista Replicante da a nuestro derecho de réplica.
    Con esta carta damos por cerrado este tema.

    México DF a 6 de mayo de 2013.

    El staff de Butaca Ancha.

  7. GeishaEdHardy gracias por la lectura de mi nota y también por tu amplia respuesta.

    Abogo porque los editores y los periodistas con experiencia se acerquen cada vez más a los soportes digitales, creo en la libertad que nos da la Internet, aprendo mucho ahí.

    También le apuesto a que esos jóvenes desafíen a sus propios jefes y a que los cuestionen. Que sean escépticos con lo que ven y escuchan.

    Si los lentes de pasta gruesa o delgada sirven para editar una revista digna de ser leída y sudada bienvenidos esos anteojos, es lo que menos importa son tecnología como un lápiz o una laptop, utilicémoslas.

    Te invitaría a que sigas intentado incursionar en el periodismo digital o en el de papel, a ejercer la crítica. Yo creo que para todo hay lectores, el tema es de qué lado se quiere estar o si se quiere estar en los dos o en los tres espacios, cada quien. Para mí, es claro que si el periodismo no es crítico, no es periodismo. No hay más.

    Gracias por tus palabras y tu tiempo. Aquí seguimos escribiendo y asumiendo el reto.

  8. GeishaEdHardy

    Comparto su incomodidad e indignación. Lamentablemente la formación de profesionales del periodismo, y de la difusión en medios, está en decadencia desde que existe el correo electrónico. Hoy por hoy todas las personas creen hacer difusión por el simple hecho de enviar correos (con direcciones de una plantilla que copiaron de alguien que sí trabajó toda su vida por tener contactos) y en su caso publicar actividades a través de redes sociales.
    La principal característica de estos personajes es que carecen de criterio. Dada su inexperiencia e improvisación ven en el periodista o reportero a un muerto de hambre que hay que alimentar a cuenta gotas con lo que hay en su despensa.
    A estos se suman ese grupo de jóvenes editores que creen que por usar lentes de pasta y bigotito a la Dalí saben trabajar una edición fuera de lo cotidiano (con ello me refiero a proponer contenidos alejados de la nota del día, misma que todas las publicaciones comparten en sus medios hasta con las mismas faltas de ortografía). Desafortunadamente para los que sí fuimos a la escuela y no gozamos de un puesto otorgado por el nepotismo debemos padecer esta clase de atropellos, que podrían pasar desapercibidos pero que son tan repetitivos que se hacen imposibles de ignorar. Todos estos hipster creen que pueden sustituir años de experiencia y arduo trabajo, con sólo leer sus redes sociales. Desconocen que para editar, así como para hacer difusión, se necesita más que un protagonismo superficial.
    Por otro lado, y con todo respeto, no creo en las instituciones educativas como formadoras de ejércitos de la libertad de expresión, el profesionalismo o la ética. El criterio se forma, y en buena medida el desempeño de algunos jóvenes editores, así como periodistas o reporteros, está relacionado directamente con lo que aprenden afuera. El caso del editor de la citada Butaca Ancha es muy claro, afuera un “viejo lobo de mar” muy cercano le enseñó que de los órganos de cultura del gobierno se come, porque representan inserciones que tarde o temprano serán pagadas. Dicho de otra forma, aprendió qué es lo que le conviene a su publicación.
    La gran mayoría de las publicaciones en la actualidad carecen de géneros, parecen no conocerlos (y francamente no lo dudaría). Eso tampoco es culpa de las instituciones educativas, sino del periodismo líquido que se produce ahora. Todo lo que pueda leerse en menos de 150 caracteres es lo que debe publicarse. Las personas leen, sí, pero lo que tengan al alcance de su dispositivo móvil. Quienes se interesen por verdaderos contenidos, nunca serán lectores de información exprés.
    En mi breve y desangelado paso por el periodismo encontré personas con un bajo nivel educativo pero con gran voluntad de mejorar, y provenían de instituciones privadas y públicas. Estás observaciones no las hago como egresada de la Carlos Septién García (que lo soy), puedo visualizarlas gracias al nivel académico y experiencia con que cuento.
    Ahora bien, toda revista que se jacte de publicar verdaderos contenidos se suda. El formato no debería demeritar el esfuerzo de editores, reporteros, fotógrafos, colaboradores, y en su caso programadores (pues quien crea que programar es pecata minuta, nunca ha programado). El desmedido crecimiento de los medios de comunicación por internet es un recurso más para dar a conocer el trabajo periodístico, las limitantes podemos distinguirlas sólo aquellos que conocimos el periodismo antes que fuera 2.0

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