La basura debajo de la alfombra

“Limpieza social” en la Guadalajara panamericana

Indigentes, teporochos, vendedores ambulantes, limpiaparabrisas, cuidacoches y personas que se dedican —o parecieran dedicarse— al sexoservicio son hostilizados por agentes policiacos y también por otro tipo autoridades del municipio que, aun cuando lo nieguen, están encabezando una campaña de “limpieza social”.

Con los Juegos Panamericanos, a inaugurarse el viernes 14 de octubrede, los tapatíos están corriendo el riesgo de salir más perjudicados que gananciosos. Y ello no sólo por el reciente confinamiento de los enojosos carriles para uso exclusivo de personas relacionadas con esos juegos, pues los costos, en metálico y en especie, de estas competencias (en las que participan muchos de los más destacados atletas del continente americano) se vienen acumulando desde hace tres años, cuando al entonces alcalde de Guadalajara, Alfonso Petersen Farah y a varios de sus colaboradores se les ocurrió comprar a sobreprecio terrenos aledaños al parque Morelos.

Esto con el propósito de edificar ahí la Villa Panamericana y, según se dijo, para de ese modo detonar el uso habitacional del cada vez más despoblado centro tapatío. Pero como ese proyecto, al que se le dio el nombre de Alameda, fracasó rotundamente y la villa de marras acabó por construirse muy lejos de ahí (en la zona del Bajío, a la orilla del bosque de La Primavera) el desembolso por cerca de 500 millones de pesos fue un despilfarro de escándalo hecho con fondos públicos, despilfarro que, para colmo, no sólo no tuvo ninguna utilidad social, sino que convirtió los alrededores del parque Morelos en una zona ruinosa y sórdida, empeorando al ya de por si degrado primer cuadro de la ciudad.

Y justo en ese punto de nuestra urbe tiene lugar ahora mismo una campaña oficial de exclusión y persecución en contra de personas que, para las autoridades tapatías, afean la ciudad hasta el extremo de poder causar disgusto a los visitantes que lleguen con motivo de los Juegos Panamericanos.

De este modo, indigentes, teporochos, vendedores ambulantes, limpiaparabrisas, cuidacoches y personas que se dedican —o parecieran dedicarse— al sexoservicio son hostilizados por agentes policiacos y también por otro tipo autoridades del municipio que, aun cuando lo nieguen, están encabezando una campaña de “limpieza social”.

O para decirlo de otra manera, a las personas más pobres y amoladas de la ciudad la administración del alcalde Aristóteles Sandoval Díaz les está dando un trato indigno y discriminatorio.

Y justo en ese punto de nuestra urbe tiene lugar ahora mismo una campaña oficial de exclusión y persecución en contra de personas que, para las autoridades tapatías, afean la ciudad hasta el extremo de poder causar disgusto a los visitantes que lleguen con motivo de los Juegos Panamericanos.

Por obra y gracia de esas abusivas e insensibles autoridades muchos tapatíos han acabado por ser arrimados en su propia casa; personas que para los petulantes funcionarios municipales no pasan de ser basuras humanas; una basura que quieren ocultar, para que no sea vista por los visitantes panamericanos, a fin de que éstos se lleven una imagen idílica de Guadalajara; la de una ciudad donde no existen pobres ni indigentes.

Pero hay algo más aparte del proceder prepotente y abusivo de las autoridades tapatías. Y ese “algo” es una conducta torcida que, en buen español, se llama hipocresía, simulación, engaño, falsedad, fariseísmo.

Ante los cuestionamientos por la evidente campaña de “limpieza social” emprendida por su gobierno, el alcalde Sandoval Díaz se ha enredado en su propia palabrería. Por principio de cuentas rechaza que exista una campaña de “limpieza social”, aunque no niega que agentes policiacos se estén dedicando a retirar, del parque Morelos y sus alrededores, a toda aquella persona que tenga facha de indigente, de marginado social o de ejercer la prostitución.

Al decir del primer munícipe tapatío, se retira a quienes aparentan ejercer el sexoservicio porque, según sus propias palabras, el reglamento municipal no sólo prohíbe, sino que ordena perseguir la prostitución.

Sandoval Díaz se equivoca de acabo a rabo. Lo que verdaderamente está prohibido por la ley no es la prostitución, sino el lenocinio, es decir, la práctica ejercida por terceros para enganchar y explotar a personas en prácticas sexuales.

Esto último es una cosa y está prohibida por las leyes mexicanas, y otra cosa muy distinta es el pago, por servicios sexuales, que una persona mayor de edad hace a otra, también mayor de edad, mediante mutuo acuerdo. Y esta práctica, llamada prostitución, no está penada por nuestra legislación, y ello, mal que le pese al alcalde de Guadalajara y a otros espíritus gazmoños, a quienes habría que volverles a recordar el famoso pasaje del Evangelio en el que Jesús pone en su lugar a los santurrones: “En verdad os digo que las prostitutas y los publicanos os precederán en el reino de los cielos”.

Por lo pronto y con el pretexto de los Juegos Panamericanos, el primer edil tapatío y colaboradores que lo acompañan parecen empeñados en querer poner la basura —su propia basura— debajo de la alfombra. ®

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Publicado en: Octubre 2011, Política y sociedad

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