Decesos recientes

Pérdidas en la literatura, la historia, la música y la iglesia

En las últimas semanas fallecieron el escritor Vicente Leñero, el historiador Silvio Zavala, el director de orquesta Luis Herrera de la Fuente y el líder de la Luz del Mundo, Samuel Joaquín Flores.

Leñero, Zavala, De la Fuente y Flores.

Leñero, Zavala, De la Fuente y Flores.

En las últimas semanas se ha presentado una serie de decesos de personas ilustres y, con uno de esos casos, se dio la pérdida de alguien que durante medio siglo mantuvo una creciente influencia espiritual entre un amplio sector de la sociedad no sólo de Jalisco, sino también de otras partes del país y aun del extranjero.

Por lo demás, esos decesos nada han tenido que ver con el flagelo más en boga en nuestro país (con eso que ha dado en llamarse crimen organizado) sino con otras causas como una edad provecta y enfermedades prolongadas.

Entre los desaparecidos de las últimas semanas estuvieron el escritor Vicente Leñero, el historiador Silvio Zavala, el director de orquesta y también compositor Luis Herrera de la Fuente, así como de la persona que durante medio siglo fue la máxima autoridad de la Iglesia de la Luz del Mundo, Samuel Joaquín Flores, para más señas hijo de Aarón Joaquín, quien fuera precisamente el fundador de esa asociación religiosa, en el ya lejano año de 1926.

Con la excepción de don Silvio Zavala, quien con sus 105 años de edad venía siendo, desde hace por lo menos un par de generaciones, el decano de los historiadores de nuestro país, todos los antes mencionados tenían una relación con nuestro medio más inmediato, ya por ser originarios de Guadalajara como fue el caso precisamente de Samuel Joaquín y también el de Vicente Leñero, o por haber mantenido un vínculo profesional con esta parte del mundo en alguna etapa de su vida, tal y como ocurrió con Luis Herrera de la Fuente, quien fue director titular de la Orquesta Filarmónica de Jalisco entre 2000 y 2002.

Fallecido el pasado 4 de diciembre, Vicente Leñero dividió su vida profesional entre el periodismo y la literatura. Y en esos dos campos desarrolló una obra prolífica y consistente que lo hizo merecedor de reconocimientos internacionales tan prestigiosos como lo fue, en su momento, el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral, el cual ganó con su novela Los albañiles, en 1963.

Con Guadalajara, donde vio la primera luz en 1933, Leñero tuvo una relación de altibajos. Aquí le fue otorgado, en 1988, el Premio Jalisco, trece años antes de que le fuera concedido el Premio Nacional de Literatura. Sus obras teatrales fueron escenificadas pocas veces por agrupaciones de la localidad. A principios de los noventa la extinta editorial tapatía Ágata comenzó a publicar las “obras completas” del autor, pero a la hora de la verdad el proyecto quedó trunco.

En años recientes Leñero varias veces fue propuesto como candidato al Premio FIL de Literatura (el otrora Premio Juan Rulfo), pero el jurado y los organizadores del certamen siempre se inclinaron por otros, ya fuese por una escritora menor como Margo Glantz y hasta por un plagiario tan renombrado como el peruano Alfredo Bryce Echenique.

En años recientes varias veces fue propuesto como candidato al Premio FIL de Literatura (el otrora Premio Juan Rulfo), pero el jurado y los organizadores del certamen siempre se inclinaron por otros, ya fuese por una escritora menor como Margo Glantz y hasta por un plagiario tan renombrado como el peruano Alfredo Bryce Echenique.

Por su parte, Luis Herrera de la Fuente era considerado uno de los mejores directores de orquesta de nuestro país y vino a Guadalajara en 2000 para hacerse cargo de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), cuando el susodicho estaba a punto de cumplir 85 años de edad.

Problemas de salud y diferencias con el Patronato de la OFJ —entre otras cosas, por haber sido un franco opositor de que la orquesta se usara, por disposición gubernamental, para ser comparsa de mariachis, durante el festival internacional del género, y por tal motivo se cancelara una de las temporadas anuales— terminaron abreviando su paso por el podio de la filarmónica jalisciense, a la que, no obstante, repetidas veces hizo sonar bien.

Más allá del crecimiento exponencial de la Luz del Mundo y de la alta estima que suscitaba en su comunidad de feligreses, quienes le daban el tratamiento de “apóstol”, Samuel Joaquín fue solicitado por políticos de distinto origen partidista, quienes siempre buscaron en la cercanía del ahora difunto obtener algo del botín electoral que desde hace decenios representa la comunidad de la Luz del Mundo.

Al último de los difuntos en cuestión, Samuel Joaquín Flores, se debe la expansión nacional e internacional de la Iglesia de la Luz del Mundo, la única asociación religiosa mexicana de exportación, con presencia en medio centenar de naciones de los cinco continentes. También a él se debe la edificación del que hasta ahora es el santuario más grande del país.

Más allá del crecimiento exponencial de la Luz del Mundo y de la alta estima que suscitaba en su comunidad de feligreses, quienes le daban el tratamiento de “apóstol”, Samuel Joaquín fue solicitado por políticos de distinto origen partidista, quienes siempre buscaron en la cercanía del ahora difunto obtener algo del botín electoral que desde hace decenios representa la comunidad de la Luz del Mundo.

También se fue construyendo en torno a la persona de Samuel Joaquín, a quien acaba de suceder en el cargo su hijo Nassón Joaquín García, una leyenda negra, en la que se mencionaban casos de abuso sexual, aun cuando esa leyenda se hizo más a partir de habladurías que de hechos comprobados, de que ninguna de esas acusaciones prosperó judicialmente ni llegó a los tribunales y, menos aún, que el recién fallecido llegara a la antesala de la cárcel.

Al lado de esa leyenda negra, malintencionada o no, están otros hechos que hablan bien de la Iglesia de la Luz del Mundo, así como de su recién fallecido líder máximo.

Ejemplos de ello son el hecho de que, la Hermosa Provincia, donde tiene su sede principal esa iglesia, fue la primera colonia tapatía que pudo abatir el analfabetismo hacia mediados de los años sesenta, cuando Samuel Joaquín ya era la autoridad máxima de la Luz del Mundo.

Otro ejemplo de que esta iglesia ha sido socialmente útil se tiene en el hecho de que esa demarcación del oriente tapatío reporta, desde hace décadas, los más bajos índices de delincuencia en toda el área metropolitana de Guadalajara. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas, Noviembre 2014

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